Por Marcelo Cafferata
El alemán Paul Pörtner escribe en 1963 una obra policial que luego sus productores transformaron en un enorme suceso a nivel mundial cuando vieron el potencial cómico que tenía la historia y la convirtieron en la comedia no musical más representada de la historia, con varias versiones girando alrededor del mundo. Con un aire a “La Ratonera” (la famosísima obra de Agatha Christie que también bate récords en cartel), pero con un giro completamente disparatado “TIJERAS SALVAJES” (“Shear Madness” en el original) suma a Buenos Aires como otra de las grandes ciudades del mundo en donde es representada.
Todo sucede en una peluquería, en el mismo día en que en el departamento de arriba asesinan a la famosa pianista Isabel Pratt y todos los cañones apuntan al salón de belleza, porque se la ha encontrado muerta luego de que le clavasen 13 veces unas filosas tijeras en su cuello. En el local, se encuentran cuatro posibles sospechosos (el dueño del salón, su empleada, un enigmático anticuario y una clienta muy adinerada que ese mismo día debe viajar a Cancún) además de los dos policías que, advertidos de algún problema, vigilan el edificio.
“TIJERAS SALVAJES” tiene la particularidad de que de acuerdo con la participación del público en cada función, la historia puede tener diferentes derivaciones según el personaje que el público considere que es el asesino. La puesta de Manuel González Gil puede dividirse claramente en tres partes: una primera en donde se presentan los personajes y realizan una serie de acciones que los espectadores deberán observar cautelosamente, porque luego de que se enciendan las luces de la sala, en una segunda parte de la obra, el público deberá participar activamente corrigiendo todos aquellos “errores” que se presenten cuando los inspectores realicen la reconstrucción de la escena del crimen. Dependiendo entonces de la participación del público, el tercer acto donde se desarrolla el final de la historia, se irá modificando respetando lo que el público haya decidido respecto del culpable del asesinato.
En estas tres secciones bien diferenciadas, la obra presenta tanto debilidades como fortalezas: en la presentación de los personajes y las acciones previas al asesinato, el texto de Pörtner evidencia el paso del tiempo y responde a un esquema de comedia que luce inevitablemente rancio y demasiado esquemático, en una puesta que tampoco pretende impactar en este segmento.
Una vez ocurrido el asesinato y continuando los enredos, se encienden las luces de la sala y el inspector (Diego Reinhold) invita al público a presenciar la reconstrucción de la escena del crimen, en donde los espectadores comienzan una interacción con el escenario en donde los actores, a pura improvisación, aprovecharán al máximo todas las posibilidades que les brinda este juego teatral y el vínculo espontáneo con la platea, haciendo relucir su oficio y sus herramientas para que explote la comedia.
En este momento donde el inspector baja a la platea, comienza la parte más novedosa, divertida e imprevisible de la obra, mostrando a Reinhold con toda su capacidad de showman para manejar al público y lograr que participen activamente.
Alejandro Müller como el dueño del salón y Andrea Politti como su asistente son quienes toman la voz cantante sobre el escenario logrando situaciones chispeantes y respuestas desopilantes, creativos frente a las reacciones del público, logrando momentos muy efectivos, con pasos de comedia espontáneos que se potencia con una buena química entre los personajes.
Mario Pasik como el anticuario que esa tarde tenía una cita con la pianista para comprarle un cuadro, parece mucho más seguro en los momentos en que debe ajustarse al texto que en los de improvisación y cerrando el elenco, Linda Peretz compone un personaje excéntrico con su gran manejo del escenario y de la comedia, que le brindan tantos años de oficio y se nota su disfrute formando parte del equipo.
Una vez que el público da su opinión sobre el posible asesino, comenzará la parte final de la obra, en donde volverá a orbitar sobre su texto, pero esto genera la posibilidad de que existan diferentes finales en cada función, teniendo en cuenta lo que el público haya opinado, que es la gran novedad que plantea esta obra.
La propuesta de juego con los espectadores y la pericia que maneja todo el elenco en el momento de la improvisación –que es indudablemente el diferencial que plantea la obra respecto de otras comedias- hace que “TIJERAS SALVAJES” tenga momentos de diversión a pesar de tener que lidiar con un texto demasiado sencillo, pero que los actores seguramente irán enriqueciendo a medida que la obra siga ganando funciones y se ajuste el mecanismo de este esquema diferente a todo.
“TIJERAS SALVAJES”
De Paul Pörtner
Dirección: Manuel González Gil
Con Andrea Politti, Alejandro Müller, Diego Reinhold, Mario Pasik, Linda Peretz y Galo Hagel. MULTITABARIS COMAFI – Avda. Corrientes 831 – Miércoles/Jueves/Viernes a las 20.30 hs. -Sábados 19.30 y 21.30 hs. – Domingo 19.30 hs.