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Por Rolando Gallego

Con una impactante actuación de Jessica Chastain, esta biopic recorre el auge y caída del matrimonio Baker, una pareja de televangelistas que supieron conquistar a América y el mundo con su clásico Club 700.

Michael Showalter es un hábil e inteligente realizador que sabe equilibrar, en dosis exactas, el drama y el humor para construir potentes historias. Grace and Frankie, Search Party, The Dropout y The Shrink Next Door, son solo algunos de los títulos televisivos que llevan su firma, como así también las comedias The Lovebirds y The Big Sick (nominada al Oscar), que se vieron en cine y plataformas.

En esta oportunidad se mete de lleno en un caso que atrapó a la prensa, el desfalco que Jim Bakker realizó a través de su Club 700 y fundaciones asociadas, llevándose puesta a Tammy Faye, su mujer, una de las artífices de dicho imperio.

Showalter inicia la propuesta con un primerísimo primer plano de Tammy Faye, encarnada por Jessica Chastain, más especialmente de sus ojos, los que, gracias al maquillaje, se muestran brillantes en demasía. Faye está a punto de brindar una entrevista, y la intenta, a toda costa, desprenderse de esa máscara de maquillaje, bases, rímel y rouge, con las que siempre ha enfrentado a la audiencia. Pero es imposible, delineados permanentes, extremas cantidades de materiales cosméticos en su rostro, no pueden eliminarse rápidamente.

Valiéndose del flashback y forward, el guion nos lleva a su infancia, en donde, como hija bastarda que era, tenía prohibido acercarse a la misa del domingo, a la que acudía su madre (Cherry Jones), sus medio hermanos y su padrastro. Empecinada en lograr su deseo de ser parte de la comunidad religiosa, desde pequeña, comenzará un raid de educación en la fe que la llevará, un día, a conocer a Jim Bakker, un joven aspirante a cura evangelista, con el que, sin dudarlo, formará una familia y un imperio.

Pero Los ojos de Tammy Faye es mucho más que una biopic sobre el rápido ascenso de la pareja y luego su caída, es un inteligente relato que demuestra cómo una mujer supo abrirse camino en un mundo de hombres, y en donde la religión, impedía que se hablaran de temas de los que ella siempre supo que tenía que valerse, como la homosexualidad, minorías, HIV, sexo, para, así, concientizar, desde la televisión, a que mujeres y hombres puedan hacer valer sus derechos.

Recreando a la perfección cada una de las épocas seleccionadas para contar esta historia, y con la decisión de reflejar con una cálida paleta de colores pasteles el universo personal de Faye, plagado de píldoras psiquiátricas, maquillaje, deseos sexuales y Diet Coke, Los ojos de Tammy Faye se vale de una impactante actuación de Chastain para llevar adelante el relato.

Secundada por Andrew Garfield, como Bakker, y una serie de secundarios de lujo, como el de Jones, Vincent D’Onofrio, Mark Cameron Wystrach y Sam Jaeger, entre otros, la película se vale de secuencias oníricas y música, para potenciar la narración.

Los ojos de Tammy Faye propone una relectura sobre los peligros de los fanatismos y la proliferación de pseudo religiosos, que, valiéndose del poder que les otorgan los fieles, habilitan nepotismo, corrupción, infidelidad, doble vida, bregando reglas, para quebrarlas puertas adentro. En tiempos de crisis de los relatos, la película es necesaria para comprender la penetración de ideologías en los medios masivos de comunicación, independientemente que además, permite una relectura de personajes que trascendieron sus propuestas religiosas, convirtiéndose en íconos populares, aún, hasta hoy en día.

POR QUE SI:
“Impactante actuación de Chastain”

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