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Por Luis Kramer

El domingo a la noche fue la presentación del film de A.J.  Bayona, La Sociedad de la Nieve. El Festival, previo a la exhibición del film, condecoró al realizador con el Premio a la trayectoria, a quien se veía visiblemente emocionado y presentó a todo el elenco, en su mayoría argentino.

La película es muy sólida, tiene una factura impecable. Las escenas del avión a punto de estrellarse son de una contundencia pocas veces vista en cine. Las actuaciones, en un registro muy convincente, destacándose especialmente Agustín Pardella, Matías Recalt, Esteban Bigliardi y el uruguayo Enzo Vogrincic, como el protagonista que narra la historia.

El proyecto tomó diez años desde su concepción original y sufrió tropiezos a raíz de la pandemia.

Bayona aspira a que este film sea considerado a la hora de los Oscar y premios anteriores. Por lo pronto es la representante a los Oscar por España.

El lunes a la mañana fue el turno de Kirna, de Marco Panatonic en la Competencia Internacional, propuesta peruana que recrea la migración de su protagonista del campo a la ciudad, luego de la muerte de su madre.

La mudanza implica un reconocimiento de la identidad de quien intenta un cambio de escenario, con la asunción de nuevos desafíos laborales y personales. El final, retrotraerá a nuestro héroe a su esencia, ya más maduro y más curtido.

Tal vez la extensión del film y ciertas reiteraciones en el guión le quitan la solidez que el mismo debió haber tenido.

De competencia latinoamericana, Llaki de Diego Revollo representa un viaje de sanación de parte del mismo director a la Comunidad Lunlaya, a raíz de una sordera que lo ha comenzado a aquejar.

El argumento es un punto de partida para conocer las costumbres de la Comunidad, adentrarse en los mitos que rodean a los métodos de curación que se implementan y abrir el debate en cuanto al ejercicio de la medicina tradicional que cura el síntoma pero nunca el alma.

Por allí asoma el padre del realizador, un reconocido médico oftalmólogo, que sostiene los postulados en análisis.

La mirada implica también una recorrida geográfica, con una fotografía que todo lo embellece.

Ariel Rotter ha vuelto al Festival luego de su triunfo con La Luz Incidente hace 8 años, y en esta oportunidad regresa con Un Pájaro Azúl, conmovedor film sobre una pareja que viene lidiando hace 6 años con la búsqueda de un hijo, hasta que un día una eventual compañera del personaje interpretado por Alfonso Tort (Premio mejor actor en el Festival de Biarritz por este trabajo) le confiesa que está embarazada de él, producto de una fugaz aventura que tuvieron.

El guión del mismo Rotter es de una sutileza y elaboración que se agradece. Los dos trabajos actorales son de un altísimo nivel. Este sea tal vez el año de Julieta Zylberberg, desplegando toda su paleta de recursos al servicio de su personaje.

Alfonso Tort obsequia su gama de sensibilidad interior y desprotección y torpeza aniñada, en una actuación que interpela.

María Aparicio regresa también a este Festival, luego de su triunfo el año pasado con su film Sobre las Nubes. Este año presentó en Competencia Internacional el film Las Cosas Indefinidas.

Su propuesta se centra en Eva (la maravillosa y siempre ajustada Eva Bianco) una montajista que tras la muerte de un colega, trata de sobreponerse al vacío que deja su partida y bucea en el entusiasmo que le genera su conexión con la tarea.

Asimismo, el planteo de Aparicio es una reflexión sobre los modelos digitales y analógicos en el séptimo arte, el cine como valor de archivo, la memoria y los cambios en la manera de editar en el presente. Es cine dentro del cine.

Ayer, en la Competencia Internacional se pudo ver el nuevo trabajo de Cecilia Kang, directora argentina de ascendencia coreana en formato de docu-ficción que recrea a través de una protagonista de ficción, el caso real de las confort women, mujeres jóvenes que fueron secuestradas y sometidas a prostitución por el ejército japonés durante la segunda guerra mundial.

Partió un barco de mí, llevándome es el poético título de esta propuesta que busca generar conciencia con relación a un doloroso hecho del pasado, sobre el que se guardaba riguroso silencio, y es aquí donde Kang actualiza la problemática, mediante textos, fotos, audios, visitas al Museo del lugar, en los cuales las voces de las que no tenían voz, cobran vida, y se adueñan de este presente.

Melanie Chong, su protagonista se muestra muy fresca y espontánea en su rol que convoca a los espíritus del pasado a hacer justicia mediante la memoria.

El segundo turno de las películas en Competencia Internacional fue para Seagrass de Meredith Hama-Brown que expone los conflictos con los que debe lidiar una pareja con dos hijas pequeñas que viaja a un retiro para duplas en crisis.

El film no termina de despegar, ya que la problemática espiralada que describe a lo largo del desarrollo del metraje por momentos no progresa y se estanca en la repetición de situaciones que no enriquecen la trama.

Los personajes lucen algo monodimensionales y estereotipados, destacándose la frescura de las dos niñas del matrimonio.

La Estrella Azúl, de Javier Mancipe, que tuvo un rol destacado en la última edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián se centra en el viaje iniciático de un rockero español a las tierras santiagueñas de Los Carabajal, que representará un giro impactante en la vida de este músico.

De alguna manera el film participa del gérnero de las road movies y para el personaje central significa un coming of age, además de apreciarse la calidez y la buena música del celebrado cantante folklórico.

El film está basado en un caso real, cuyo final no develaremos aquí, y se cuelan además fragmentos de documental.

Una pieza muy completa y multi género.

El día de hoy abrió con la película coreana en Competencia Internacional Mimang de Kim Taeyang, acaso una posible ganadora al premio mayor.

Tres segmentos al estilo Rohmeriano enmarcan este film que presenta a la ciudad de Seúl como un personaje más, con sus calles, sus cafés, y sus monumentos, y que a su vez enmarcan la historia de sus criaturas que van y vienen y se encuentran y desencuentran con el correr de los años.

La profundidad que exuda Mimang proviene se sus diálogos simples pero reflexivos, y así se analizan la vejez, los recuerdos, la búsqueda amorosa, el futuro, las ambiciones. Todo ello en una pequeña gran película.

Por último Ángela Shanelec pinta en su estilo en el film Music, la tragedia de Edipo en una historia cuadro a cuadro, con planos fijos pero sólidos.

Una historia con muy pocos diálogos, unas tomas y encuadres de alta calidad y la música que efectivamente llena todos los vacíos.

La fotografía es exquisita y contundente, en un film que es todo disfrute

Continuará…

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