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Por Luis Kramer

Luis continua con su repaso por algunas de las películas que vio del Festival.

El cuarto día fue el turno de Los Conductos, primer largometraje documental  de Camilo Restrepo, en Competencia Latinoamericana que se centra en la historia de Desquite y su lucha por abrirse de la secta a la que perteneció durante tantos años incluida la consumación de su deseo final de venganza. 

La propuesta no es pródiga en variedad de recursos, reiterando la utilización de imágenes que afectan la continuidad narrativa por lo que el film se resiente en su fluidez y la historia pierde potencia dramática.

El turno de la competencia argentina nos trajo a un respetado director, Francisco Márquez, con su valioso antecedente de La larga Noche de Francisco Sanctis, esta vez con Un Crimen Común. Lo que primero debe agradecerse a este director es su coherencia ideológica, desplegada esta vez en hacer foco en la culpa que sobreviene a una representante de la clase media intelectual por haber omitido toda ayuda a un joven a quien la policía persigue con el fin de reprimirlo.

Esta especie de complicidad por omisión en el accionar represivo de las fuerzas de seguridad nos resuena y luce como re significada en la intervención que le cupo tener en el golpe cívico militar de 1976 y sus posteriores nefastos efectos. Márquez sale airoso de este desafío en el que resuelve acertadamente el contrapunto entre ideas, teorías y su contradicción en el diario y cotidiano devenir, con una sólida performance de Elisa Carricajo.

De Paula Hernández, y fuera de competencia, se pudo apreciar su nuevo opus, Las Siamesas con una maravillosa conjunción simbiótica de madre e hija (Rita Cortese y Valeria Lois, que de haber estado la película en competencia, bien podrían haberse llevado el premio compartido de la actuación femenina) que deben emprender un viaje a la costa que tal vez cambiará el giro de su dinámica vincular para siempre. Cortese luce abrumadora, feroz, insensata, enfrentándose a una quebrada y a su vez contenida Lois. Un duelo actoral en una road movie con algún toque de esperanza.

Las Ranas marca el tercer trabajo de dirección de Edgardo Castro luego de La Noche y de Familia. En esta oportunidad su historia carece de la contundencia de realizaciones anteriores y si bien el acercamiento a este grupo de mujeres que van a visitar a sus esposos o parejas presos es el acertado, el cambiante punto de vista del documental y el no tan preciso abordaje del sistema carcelario debilita la propuesta.

Con algún toque creativo superior, La Sangre en el Ojo de Toia Bonino revisita su anterior producción Orione e indaga en los mismos personajes: La historia de Ale Robles, asesinado a manos de la policía, pero vista desde la óptica de su hermano Leo, con fragmentos en VHS, algunos testimonios y la construcción simbólicadel ascenso y caída fraternal.

El día siguiente marcó el encuentro con la competencia internacional y una interesante propuesta coreana Moving On de Dan-Bi Yoon, llamativamente una ópera prima que sorprende por su solidez y profundidad narrativa, indagando en dos niños que deben mudarse con su padre a la casa de su abuelo de manera sorpresiva por problemas inmobiliarios que ahogan su posibilidad de independencia habitacional.

La madurez interpretativa de esta chica de 15 años aproximadamente es notable, acompañada de la chispeante espontaneidad de su hermano menor. El film indaga en la vejez, los vínculos filiales, las separaciones, la violencia doméstica, la soledad, todo ello con una sutileza y variedad de recursos narrativos que atraerán fuertemente a cualquier espectador, dentro de un clima de profunda nostalgia y color afectivo.

En la Competencia de Estados Alterados se destaca Lúa Vermella de Lois Patiño, film que produce una suerte de fascinación visual desde el primer fotograma, con un tratamiento de la luz, del color y de la fotografía excelsos, y con un eficaz abordaje de la historia que transcurre en un pueblo de Galicia, cuyos personajes continúan elaborando el duelo de las víctimas ganadas por el mar y la Luna, en un maravilloso relato fantástico rural en el que la Madre Naturaleza parece haber tomado posesión del lugar.

1982 de Lucas Gallo y en competencia argentina rememora los acontecimientos de la Guerra de las Malvinas, pero lamentablemente, en base a una sola fuente documental, constituida por los archivos del por entonces ATC (Argentina Televisora Color) y el programa informativo 60 Minutos y un Especial de 24 horas destinado a la recaudación de dinero a los fines solidarios. De esta manera la mirada se circunscribe a este material editado, prescindiéndose de toda mirada editorial y de testimonios actuales, lo que hubiera enriquecido mucho más el aporte pretendido.

La segunda de las películas argentinas en competencia internacional es Las Mil y Una de Clarisa Navas, a tres años de su opus documental Hoy Partido a las 3, y abordando una ficción. Navas se muestra cómoda el tratamiento de la historia, habiendo logrado imprimirle una gran fluidez narrativa al relato, pero tal vez, cierto tratamiento de los personajes debió haber sido delineado con mayor precisión, destacándose la descripción del entorno correntino.

Finalmente, Nicolás Prividera vuelve en su tercer documental luego de M y de Tierra de los Padres, con Adiós a la Memoria, buceando acertadamente en la relación con su padre y el presente incierto del mismo y el concepto de la memoria como generador de la identidad de nuestra historia, la  que parece querer escurrirse de nuestro ser constitutivo. Es en este sentido interesante la escena en la cual su padre olvida quien fue su esposa, una  desaparecida del terrorismo de estado. Fragmentos de videos caseros profundizan el planteo y le otorgan la multi dimensión necesaria al planteo.

Continuará!!

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