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Por Rolando Gallego.

La ópera prima de Patricia Font “Gente que viene y bah”, adaptación cinematográfica de la novela de Laura Norton, del mismo nombre, protagonizada por Clara Lago, Carmen Maura y gran elenco,  posee una estructura clásica fundada en el melodrama que potencia su fuerza narrativa y su capacidad para entretener.

Bea (Lago) ha perseguido sus sueños desde pequeña, lo suyo es la arquitectura, y dejando de lado su pueblo de origen, su madre (Maura) y sus hermanos (Alexandra Jimenez, Carlos Cueva y Paula Malla) se fue a la gran ciudad, donde junto a su novio configuraron un tándem exitoso en materia de diseños.

Cuando una noche, de festejo, una de las “permitidas” del joven ingresa en un bar, nada le haría suponer a Bea que en ese momento su vida cambiaría drásticamente, debiendo regresar sorpresivamente al pueblo donde enfrentará otra noticia que le hará tomar algunas decisiones y conocerá a un hombre que le cambiará el destino (Fernando Guallar)..

Película de cambios, de búsqueda de destino e identidades, “Gente que viene y bah” cumple con las premisas que desde su planteo inicial promete. Herman@s en problemas, ayuda en conjunto y escenas entrañables donde la música posibilita conexión entre los diferentes momentos de la estructura narrativa.

Sin subrayados, ni apelar a golpes bajos, Lago cumple con solvencia su rol de Bea, al igual que Maura, siempre eficiente, Jimenez, Malla y Cuevas, quien una vez más juega el rol de seductor libre que pone en evidencia a un hombre sobre su negación sexual.

“Trabaja de algo que te gusta”, le dice la madre a Bea en una emotiva charla, y ella toma esto como punto de partida para su transformación, la que, mostrada a partir de indicios y escenas que particularizan la nueva situación del personaje, son parte de una historia que avanza a paso seguro en ese género híbrido llamado dramedy.

GENTE QUE VIENE Y BAH se puede ver en NETFLIX:

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