Por Marcelo Cafferata
RINOCERONTE de Arturo Castro Godoy
Desde Santa Fe, una nueva muestra del cine de Arturo Castro Godoy da cuenta de las niñeces abandonadas, de padres imposibilitados de cuidar a sus hijos, de abuso, golpes y maltrato. En “RINOCERONTE”, Damián se resiste sistemáticamente en su traslado a un hogar destinado a aquellos niños que no cuentan con un entorno familiar que pueda contenerlos.
Leandro (otro gran trabajo de Diego Cremonesi) será quien intente acompañarlo en este tránsito, brindándole –como puede- toda la amorosidad y la contención que le falta estructuralmente. Tratando de romper su silencio y poder comenzar a generar un vínculo de confianza, Leandro puede llegar a ser la figura paterna que no había en Damián, un nuevo sostén en quien apoyarse, pero no parece poder tomar nada de eso, sólo quiere volver a su casa que es el refugio vacío pero conocido.
Tal como sucedía en su obra anterior “Aire”, Castro Godoy sabe poner el foco en el problema sin miedo a penetrar en sus complejidades, pero con la inteligencia de no caer ni en los lugares comunes ni el en golpe bajo. Sus personajes (a los que se suma la mujer encargada del hogar en otra sensible composición de Eva Bianco) respiran humanidad, aun con todas las contradicciones del sistema, las imposibilidades y las limitaciones propias de ellos mismos y de su entorno. Tiene la capacidad de dotar de pinceladas propias, una historia ya contada por muchos cineastas (Truffaut, Favio, los Dardenne) sobre las infancias despedazadas.
Hay cicatrices físicas y emocionales de un pasado absolutamente doloroso, pero también “RINOCERONTE” se permite poner una mirada esperanzadora y sensible, en la posibilidad de construirles a esos niños y adolescentes, nuevas realidades por las que puedan transitar en su cambio, impidiéndoles que queden estigmatizados por un destino que parece condenarlos.
El guion apunta directamente a los sentimientos con diálogos honestos y directos, sin bajadas de línea ni falsas militancias. Cremonesi está impecable, logrando darle un tinte muy especial a su personaje y junto a Bianco, nuevamente ofrecen trabajos de alta calidad. Frente a ellos, sorprende por su gran naturalidad, Vito Contini Brea dándole vida a Damián como absoluto protagonista frente a la cámara.
ZEW de Irene Kuten
El desarraigo, el olvido, atravesar varios países y varios idiomas, las particularidades de cada una de las colectividades que se van formando en la promesa de una nueva tierra: estos son los elementos que reverberan alrededor de la historia de vida de Zew protagonista absoluto de este documental de Irene Kuten, que comparte sus vivencias con toda su familia y su grupo de amigos.
Es así como se entrecruzan en su camino otras historias de inmigración como la de un tintorero japonés en su barrio, el dueño de un restaurant de comida rusa al que asiste con sus ex compañeros de facultad y también su peluquero uruguayo.
Siempre es importante encontrar en un trabajo documental un protagonista que cuente con el carisma necesario para llevar el pulso del relato e indudablemente Zew / José lo tiene: nacido en isla de Rodas, criado en un campo de prisioneros en Italia finalmente encuentra un amor y su lugar en el mundo en Buenos Aires.
Crisol de razas y un país que desde su Constitución se ha declarado como de puertas abiertas para todos quienes quieran habitar este suelo argentino “ZEW” rinde homenaje a aquellas generaciones que vinieron a hacer grande a nuestro país y resalta el valor de estas historias que Zew quiere transmitir de generación en generación.
A través de fotos, dibujos en movimiento, imágenes y animación Kuten busca diversas formas para poder narrar estas historias que pueden resumirse en la figura de esas mariposas que ilustran el documental que hablan no sólo del encierro sino también de la libertad.