Por Marcelo Cafferata
Miguel Flores (Guillermo Francella) ha logrado posicionarse dentro de la televisión argentina como un showman, una celebridad al que el público reconoce, para por la calle para saludarlo y sacarse selfies. No es actor, no es músico, no es periodista, sencillamente ha logrado su popularidad con un gran show televisivo que tiene por centro el tema meteorológico: “El Show del tiempo”.
Después de 20 años de trayectoria, no ha errado un solo pronóstico por lo que todo el mundo lo conoce como “el infalible”, hasta que una noche en la que él ha garantizado que el cielo estaría despejado, una tormenta nocturna con piedras y granizo, que estaba completamente fuera de los planes, produce un vuelco en su carrera y por lo tanto, hará que cambie su vida por completo. Su público lo responsabilizará de una gran cantidad de daños que su mal pronóstico ha causado por lo que decide refugiarse en la casa de su hija en Córdoba.
No es, por supuesto, una decisión que haya tomado fácilmente: con sólo un error su equipo de producción y el canal en donde se pone su show al aire, le han retirado totalmente el apoyo e inclusive, el mismo público que un día lo vitoreaba, al día siguiente le da la espalda, lo desprecia y lo hace sentir odiado.
Si bien es la primera vez que Miguel falla en uno de sus pronósticos, sabemos que es la segunda vez que un fenómeno meteorológico ha puesto su vida “patas para arriba”. La primera vez fue cuando su esposa sufrió un accidente, momento en el que quedó viudo, situación de la cual el propio protagonista expresa “no la vi venir”. La segunda vez es ahora, con una tormenta de granizo que no pudo advertir y que parece haberlo hecho perder nuevamente todo.
La nueva película de Marcos Carnevale “GRANIZO”, estreno de esta semana en la plataforma de streaming Netflix, se presenta como una fábula sobre lo efímero del éxito, el mundo del espectáculo y su maquinaria despedazadora pero sobre todo, podríamos decir que habla de las segundas oportunidades. Con esa frase en boca de Miguel sobre lo inesperado, lo que irrumpe, lo que ha trastocado su vida en aquella y en esta oportunidad, se propone como un ejercicio de reflexión sobre la vulnerabilidad y la incertidumbre.
Pero es muy llamativo el hecho de que el guion escrito por Fernando Balmayor y Nicolás Gioacobone (que tiene en su haber los guiones de “Birdman” “El último Elvis” “Animal” y “Biutiful”, todos con propuestas muy interesantes) tenga un planteo que inicia con mucha fuerza pero que funciona –con suerte- sólo hasta la primera mitad de la película. A medida que va pasando el tiempo la historia no puede sostener su planteo inicial como tampoco acierta en el intento de mezclar varios géneros, haciendo que una comedia dramática se convierta en una versión leve de “El día después de mañana” o cualquier película de cine catástrofe.
El disparador es interesante e, inclusive, permite diversas lecturas no sólo sobre la fugacidad del éxito y la popularidad, la imposibilidad de ser infalible o la voracidad del mundo de la televisión –y en particular de la mirada de los productores- sino que además permitía una interesante vuelta de tuerca sobre fenómenos que irrumpen sin posibilidad de ser controlados y el fuerte impacto que tienen en nuestras vidas (donde, hasta una situación tan extrema podría haber sido asimilada a lo que nos ha ocurrido en tiempos de pandemia, con daños imprevistos y cambios completamente inesperados).
Pero el guion solo apunta a lo superficial, falla y navegar a la deriva –más allá de que la historia comienza a presentar ribetes inverosímiles e inconexos- sin poder anclar en ningún personaje. Apenas podemos rescatar algunas buenas escenas del vínculo que Miguel y su hija quieren recomponer ante el pedido de refugio en Córdoba, escenas que mayormente funcionan por la espontaneidad y la frescura que despliega Romina Fernandes con su personaje, indudablemente uno de los pocos hallazgos de la película.
Carnevale vuelve a editar una receta de plataforma como ya lo había hecho con su anterior película “El Cuartito” –otro gran traspié que puede verse por HBO- y no logra tampoco imprimir ningún toque personal ni su ya conocido estilo para montar una buena comedia.
Es una pena que actores de gran trayectoria aparezcan en un par de escenas con un papel completamente intrascendente que, en algunos casos, podría estar o no en el filme, sin causar ninguna diferencia. Así se pasean por la cámara personalidades del mundo de la televisión como Andy Kusnetzoff, Florencia Peña, Antonio Laje, Verónica Lozano o Luis Novaresio y actores que más que un papel parece que estuviesen haciendo un cameo (la lista es enorme: Pompeyo Audivert, Norman Brisky, Graciela Pal, Martin Seefeld, Diego de Paula, Viviana Saccone, Eugenia Guerty, Matias Santoiani, Mayra Homar, Romina Pinto).
Francella hace de Francella y apenas podemos resaltar algunos momentos de Laurita Fernández, Peto Menahem o Nicolás Scarpino, que se sobreponen en algún punto a roles absolutamente estereotipados, a los que tratan de imprimirle algún toque personal. “GRANIZO” es indudablemente otro traspié en la carrera de Carnevale y si bien se luce como un producto con un importante presupuesto, claramente evidencia que a veces, el respaldo económico de una gran producción no asegura buenas ideas.