Por Marcelo Cafferata
Participando dentro de las Funciones especiales del “Buenos Aires Rojo Sangre” con su estreno simultáneo en las pantallas de cine Gaumont y en la plataforma Cine.ar/play, la nueva película de Juan Schmidt (“Polvareda”), “LUZ MALA”, juega con ese mito instalado en el campo donde algo terrorífico emerge de la oscuridad.
En una historia fuertemente instalada en lo pueblerino y en lo rural, Gervasio (Juan Luppi) vuelve al pueblo a visitar a su familia. Apenas llega, su padre (con una mirada cómplice del director ya que está encarnado por su padre en la vida real, Gustavo Luppi) lo implica con un problema que debe resolverse en una de las propiedades familiares.
Su tarea será acompañar a un grupo de matones (liderado por Cano, Diego Alonso en otro muy buen trabajo en un papel muy fiel a su estilo) con el objetivo de desalojar el caserón familiar que se encuentra ocupado por intrusos. El desalojo será sumamente violento y el grupo deberá pasar la noche en esa casa para cuidar que la casa no vuelva a ocuparse.
Pero nada sale como estaba planificado y el clima comienza a enrarecerse con ciertos hechos sobrenaturales que comienzan a suceder en el medio de la noche y la desolación del campo: al salir de la casa, uno de los miembros de la familia es calcinado en medio de una situación misteriosa e inexplicable en donde aparece esta entidad mítica dentro del campo argentino que aparece en zonas abiertas y que aparece suspendida en el aire por varios minutos que anima los relatos más supersticiosos que cuentan que hay que dejar de mirarla para que nada suceda.
La familia que había ocupado la casa vuelve desesperada en busca de asilo y en un mismo espacio físico deberán convivir estos dos grupos que unirán sus fuerzas para resistir los embates de esta entidad que ha sembrado el terror y que sigue apareciendo en la oscuridad generando nuevas víctimas.
La puesta de Schmidt apuesta a reversionar estas leyendas de terror campestre y a pesar de que se nota que la producción cuenta con pocos recursos, trata de utilizarlos a su favor resolviendo favorablemente la mayoría de las escenas apoyado por un grupo de actores entre los que se cuentan a Tupac Larriera, Martina Krasinsky y una actuación especial de Elvira Onetto en un papel que desestabiliza y da el toque de misterio que suma a la propuesta.
Hay alguna tensión narrativa bien resuelta aunque se nota demasiado la falta de recursos para afrontar ciertos rubros técnicos que resienten el clima general y en muchas situaciones que no logran generar una cohesión con la propuesta general de Schmidt. De todos modos, “LUZ MALA” logra momentos efectivos y vuelve sobre un mito que siempre es bueno reversionar.