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Por Rolando Gallego

Luciano Juncos transita el presente de Roberto (Osvaldo Laport), un cantante que ya no quiere más ajetreos y al que la vida le da la oportunidad de volver a conectarse con los suyos y sus raíces.

No es muy frecuente en la cinematografía que un relato muestre la transformación de un personaje en su progresión. Muchas veces se enuncian algunas cuestiones, pero nunca, o, pocas veces, se termina por cristalizar aquello que desde el guion se insinua.

“Bandido”, película de Luciano Juncos, convierte a su protagonista, un preciso e increíble Laport, en el vehículo para hablar de temas que tienen en la vida en una comunidad, el trabajo en equipo y la defensa de valores, un disparador para construir un relato potente y vívido.

En el derrotero de Roberto, o Bandido, y en los constantes aprietes por parte de su mánager (Juan Manuel Lara) para seguir adelante pese al cansancio, a las horas perdidas en la ruta, a los negociados y acomodos con la política y el gobierno de turno, se habla también de una infinidad de artistas que han sabido de noches eternas entre shows y shows.

La solidaridad emprendida a partir de un hecho puntual que marca un antes y un después en la vida del protagonista, y que lo acercará nuevamente a su hija, a sus amigos, potencian una historia que escapa a los lugares comunes y que se reinventa en cada escena con la posibilidad de construir un personaje entrañable, imperfecto, sí, pero sumamente cálido y cercano.

POR QUE SI:

“Relato potente y vívido”

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