Por Marcelo Cafferata
EL RETRATO DE MI PADRE
Familias
Con algunas líneas de coincidencia con otras películas presentadas en este Festival como “El Legado” (Rodrigo Demirjian, 2023) o de otros relatos autobiográficos construidos a partir de la memoria que se rearma en el duelo como sucede en la potente “Adios a la memoria” (Nicolás Prividera, 2020), el cineasta uruguayo Juan Ignacio Fernández Hoppe (“Las flores de mi familia” “Clever”) recorre el vínculo con su padre, volviendo sobre la lectura de algunos datos que rodearon su muerte.
Su padre había sido encontrado muerto en la playa: este es el disparador y el punto de partida del nuevo recorrido que se propone Fernández Hoppe sobre ciertos hechos sobre los que la familia había decretado un cierre. Volver a reabrir esos archivos familiares produce una importante movilización, no sólo por resentir lo sucedido sino por comenzar a construir una nueva lectura, una nueva intepretación de los acontecimientos, un nuevo punto de vista sobre la memoria familiar que comienza a posicionar a todos los personajes en un nuevo lugar.
Aquel hecho vivido como un niño de tan sólo ocho años merece otra lectura: allí va Juan Ignacio treinta años después para intentar develar algunos enigmas, buscando archivos que ya desaparecieron con el tiempo, intentando rastrear algún testigo que haya quedado de aquel momento para poder poner en cuestión ciertos argumentos que forman parte de la memoria familiar.
Más allá de la dificultad de poder encontrar documentos oficiales que permitan desentrañar si fue un accidente, si hubo una intención de quitarse la vida o cuánto tuvo que ver su enfermadad psiquiátrica y su soledad, aparece la negación de su madre (paradójicamente psiquiatra de profesión) y la construcción de su propio relato en donde no caben dudas ni incertidumbres, como si el hecho hubiese sido un accidente desafortunado.
Un padre al que el director prácticamente no conoció es una fuerte imagen fantasmal que recorre todo el documental a través de fotos familiares, objetos personajes y testimonios de quienes lo conocieron en su rol de musiterapeuta. El trabajo de Fernández Hoppe navega entre momentos de homenaje, de catarsis personal, de indagación en la historia familiar y personal, y en cada uno de ellos trata de buscar un lenguaje cinematográfico diferente para poder dinamizar un trabajo que, a pesar de algunas reiteraciones, tienela fuerza del vínculo filial que trasciende cualquier tragedia.