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Por Luis Kramer

Última crónica de la edición número 24 de BAFICI en la pluma de Luis Kramer.

Scary Friend en la sección Nocturna de Takara Mineo y Naohiro Takahashi, recrea el universo de una niña rodeada de animales de peluche con los que interactúa hasta que llega a su vida un enigmático ciclista con quien compartirá una experiencia de búsquedas similares.

Con resabios del Film Toy Story, y con la misma calidez y amorosidad, la propuesta oriental adiciona animaciones en stop motion, mucho humor y toques de horror tan característicos de ese cine.

Lo interesante de este film es que plantea un mix de géneros, lo que la torna inclasificable pero sumamente divertida y original.

En la sección Clausura y dentro del homenaje que esta edición le dedicó al realizador español Norberto Ramos Del Val, se presentó Soy Una Buena Persona; premiere mundial,en clave de comedia negra y con algunos toques almodovarianos, que se adentra en la vida de una treintañera que vive con sus padres y tiene una existencia frustrada, hasta que un golpe del destino la coloca en una situación inesperada en la que podrá enfrentarse a un sueño largamente acariciado e impensado.

Una Madrid suburbana que aflora con su carga crítica, tiñendo a sus personajes de resignación y pesar, se conjuga con el quiebre de los sueños y anhelos personales en un país que continúa aferrado a la fiebre postpandémica.

La comedia absurda deviene en tragedia, sin que el humor zumbón abandone del todo esta inmersión audiovisual, que se solaza en retratar antihéroes de esta realidad contundente.

De la competencia argentina, llegó Arturo a los 30, nuevo opus de Martín Shanly (Juana a los 12), quien sabiamente se puso detrás y al frente de cámara, logrando con mucho acierto hilvanar la historia de un conflictuado joven que vive una accidentada jornada un poco a la manera de After Hours de Martín Scorsese.

El film está planteado en dos tiempos, siendo el presente el casamiento de la mejor amiga de Arturo y numerosos flashbacks en los que se termina de anudar esta historia, no exenta de tragedias narradas en tono seco y por ello, más emotivas aún.

La comedia brota en todas y cada una de las secuencias, demostrando el realizador una gran soltura para este tipo de género.

No estaría nada mal generar una continuidad fílmica de las desventuras de este personaje en décadas por venir.

También de la competencia argentina se pudo ver La Vida a Oscuras, a cargo de Enrique Bellande que surge como un homenaje al fílmico, única manera de concebir al cine para el conocido coleccionista, crítico, docente  y programador Fernando Martín Peña.

Lo vemos a nuestro protagonista realizando sus habituales presentaciones en el Malba, en la ENERC, como así también en sus comentarios en el programa Filmoteca.

Su lugar de almacenamiento es un momento aparte del film y nos otorga una dimensión del tiempo que este apasionado del cine dedica a clasificar films, adocenarlos, controlar su estado de utilidad.

El documental no está exento de anécdotas ni de visitas por parte de Peña con el propósito de recibir nuevo material dejado por coleccionistas fallecidos, o bien latas donadas (tal el caso de Artkino por ejemplo).

La Vida…constituye un certero acercamiento a este sentir y ver el cine en celuloide, en momentos en los que varios realizadores se están planteando filmar en 35 milímetros.

En la sección Trayectorias se presentó el último film de Hong Sangsoo, In Water que focaliza a un joven cineasta en crisis que intenta rodar un cortometraje en la isla de Jeju, que se encuentra en el estrecho de Corea.

La propuesta de escasa duración, 61 minutos, presenta muchas escenas fuera de foco, las que transcurren durante la filmación del corto en cuestión, las de exteriores, tal vez como una manera de emparentar esa crisis con la neblina visual que sobreviene a algunos realizadores, y, en particular al protagonista, cuyo final que aquí no develaremos, parecería confirmar esta suposición.

El estilo del realizador es innegable, encontrándose representada en esta propuesta su manera de filmar. Todo ello se plasma en una bella escena que ocurre primero en la realidad y se filma después dentro del corto que constituye el epicentro de esta película. Una mujer rastreando la basura en la playa y el diálogo que se establece entre ésta y el joven realizador de la ficción. La escena de ficción repetirá toda la secuencia.

En Vanguardia y Género se pudo apreciar Mourir a Ibiza deAnton Balekdjian, Léo Couture y  Mattéo Eustachon, innovadora propuesta triepisódica, que transcurre en tres diferentes años en verano, con los mismos protagonistas, pero en diferentes ciudades: en Arles donde abre el primer capítulo (2019), luego, ya en pandemia en Étretat, para finalizar en el año 2021 en Ibiza.

Hay algo del espíritu Rohmeriano en los diálogos, en la cadencia de los cuerpos, en el espíritu veraniego que traspasa la pantalla y se instala en el espectador, en el intento de tres jóvenes por disfrutar de la vida y decidir su destino en esos momentos estacionales de mayor conexión con la naturaleza.

Algunos personajes retornarán en otros capítulos, más decididos, más maduros, otros simplemente desaparecerán. La amistad forjada se intensificará para pasar a ser esencial, constitutiva, y, afortunadamente, algunos de ellos, encontrarán su camino.

Reunirse con Lucía Seles, ha sido una experiencia que este festival ha permitido descubrir, a partir en este caso de su film Terminal Young, y que le valiera el Gran Premio del Jurado al film. La película se presentó en competencia argentina.

La propuesta es sencillamente hilarante, maravillosa, con un manejo del humor y de los tiempos cinematográficos notables, con una gran habilidad narrativa, y un elenco homogéneo.

Las redundancias son el plato fuerte de la entrega, ese recorrer los diálogos con frases íntegras que se repiten hasta el hartazgo y que generan un efecto hipnótico, mágico, de felicidad en el espectador.

Además de ello están las acotaciones escritas de la directora en un fuera de campo que terminan de coronar esta brillantez innovadora.

Ojalá Terminal Young tenga una salida comercial.

Otro de los films premiados es El Santo de Competencia Internacional dirigido por Agustín Carbonere (Premio Mejor Director), un galardón muy justo y muy merecido que reconoció a una película que enlaza una conjunción de excelencias: sonido, fotografía, actuaciones, montaje, música. Todo está perfectamente sincronizado en este despliegue de cine en estado puro.

La elección del protagonista ya es todo un mérito, Roberto Suárez, un curandero de lugares marginales cuya fama y atracción van creciendo gracias a la ayuda que le prodiga la madre de un afectado que pudo salvar milagrosamente.

Pero el ascenso va de la mano de la caída y el advenimiento de nuevos líderes,  generarán penosas consecuencias en nuestro héroe.

Otro hallazgo es la concepción de la fe, filmada sin prejuicio, con total entrega, devoción y talento.

Los Bilbao es la nueva incursión de Pedro Speroni, luego de Rancho, su anterior film que transcurre en el mundo carcelero, suerte de continuación de la primera, aquí ya focalizando en uno solo de los protagonistas de la primera, Iván Bilbao, quien sale de la cárcel de máxima seguridad en la que estaba alojado y se reinserta en su familia y su hogar, tras cinco años de ausencia.

El realizador tiene el mérito de haber logrado una amalgama única e indivisible de la cámara con los personajes que retrata, habiendo podido invisibilizar la misma y, de esta manera, permitido que surja la veracidad extrema de sus criaturas, con sus contradicciones, amores, odios, enojos y egoísmos.

Los momentos de intimidad alcanzados y de desahogos descarnados de estos seres, hablan a las claras del minucioso trabajo emprendido por este conviviente de las realidades urbanas que prodiga con estos emprendimientos, una búsqueda honesta y cinematográficamente apreciable.

El film se presentó en competencia argentina.

Finalmente, de la Competencia internacional, se dio a conocer Zanox-Riesgos y Efectos Secundarios, propuesta húngara dirigida por Beno Baranyi, una suerte de Día de la Marmota de esa nacionalidad, en la que un joven, sometido a un ensayo clínico con la pastilla que da nombre al título del film, comienza a experimentar que la mezcla de este medicamento con una tradicional bebida alcohólica de ese país, lo puede retrotraer al pasado a vivir una y otra vez el mismo día ya dejado atrás.

El artificio funciona a la perfección y de esta manera el protagonista aprovecha cada viaje a su pasado más reciente para intentar cambiar todo aquello que le había salido mal.

Hay crímenes, historias de amor, manipulaciones médicas y mucho más, involucradas en esta potente propuesta que equilibra buenas actuaciones y un desarrollo narrativo fluido manteniendo la consistencia del género a lo largo de toda su duración.

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