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Por Marcelo Cafferata

Gastón Portal, quien siempre ha ocupado un lugar dentro de la producción audiovisual, se anima con “LA NOCHE MÁGICA” a ponerse detrás de la cámara, en un estreno que particularmente también suma el atractivo de ser el primer título del cine nacional estrenado luego del largo período de pandemia donde las salas permanecieron cerradas por casi un año.

En el afiche promocional del film, están las dos estrellas protagónicas, Natalia Oreiro y Diego Peretti, con un aire de film navideño que se refuerza con un cielo lleno de estrellas doradas y el gorro rojo con pompón que luce Peretti, resaltado en un primer plano. Para que no nos quedase ninguna duda de la propuesta, en una caligrafía infantil y algo desprolija, debajo de la figura de una niña se lee “cambio robar por cumplir deseos”, lo que indicaría a primera vista y para cualquier desprevenido, que la receta típica de la comedia navideña está servida.

Sorprende, y mucho, entonces, que previo al inicio de la película aparezca la placa del INCAA en donde se lee que la película ha sido calificada como sólo apta para mayores de 16 años. Pero este es recién el inicio de una serie de “sorpresas” que Portal prepara, tanto en sus elecciones como director ce plasmar el relato con una puesta casi teatral, con prácticamente una única locación, sino también como guionista, apostando a tomar riesgos sin encasillarse en recetas o géneros, junto con su co-guionista, Javier Castro Albano, conocedor del oficio por su participación en varios capítulos de series televisivas como “Las 13 esposas de Wilson Fernández” o productos Disney como “O11CE” o “Junior Express”.

Todo arranca con la intromisión de un avezado ladrón de guante blanco (Peretti) justo en una Nochebuena, en la casa de una familia que indudablemente tiene un excelente pasar económico, la propuesta es que si todos colaboran, su trabajo será limpio y rápido y terminará antes de que se acabe el tiempo que marca un particular reloj de arena que trae consigo.

Los enredos comienzan cuando se choca, a medio vestir y en el balcón, a quien en la escena anterior habíamos visto en la cama de la dueña de la casa (Oreiro). Rápidamente sabremos que no se trata de su marido como habíamos pensado en un primer momento, sino de su amante (rol a cargo de Pablo Rago), que debe huir ante la llegada, más temprano de lo previsto, del esposo (Esteban Bigliardi), y el ladrón lo obliga a entrar junto con él a la mansión.

Lo que en un principio tiene un viso de tono humorístico y de comedia de enredos, va mutando rápidamente en un desarrollo tenso, con mucho suspenso y con permanentes cambios de registro dentro de la misma historia.  Así Portal teje un ambicioso entramado de varios géneros, sin que ninguno prevalezca por sobre los otros, y pasa del thriller de encierro a la comedia bizarra y hasta se da el gusto de incluir un par de cuadros musicales en donde Oreiro además, puede lucirse y abrirse aún más al juego.  

Apenas ingresa a la casa, el ladrón pregunta si hay más gente: obviamente le mienten, con lo cual, cuando aparece la mucama comienza a generarse una mayor tensión dentro de un clima oscuro que se enrarece cada vez más. Todo volverá a dar un giro cuando se descubra que además, en la casa, está la hija de este matrimonio y vuelva a cambiar el eje y el tono de la historia.  

Volviendo a los “enredos”, el gorro rojo hace que la nena piense que el ladrón es Papá Noel y comience a proponerle hacer realidad su lista de deseos que permitirá un vínculo cómplice entre ambos, desafiando a la autoritaria figura del padre que cuida más a sus obras de arte que a su propia hija.

En este momento ya el espectador que hubiese pensado en ver una comedia, estará defraudado, el que se haya enganchado con la trama de suspenso se sentirá desorientado y tampoco este vínculo tierno entre Papá Noel y la nena puede sostener una comedia familiar porque una vez que irrumpe un trasfondo negro en la historia, jamás se abandona.

Como si la mezcla de géneros no fuese suficiente, el guion se obstina en ennegrecerse más todavía cargando las tintas sobre el personaje del padre de familia, que se demuestra despótico, agresivo, violento y mediante reiterados flashbacks se nos irá develando un secreto que sobrecarga la historia de esta pareja ya fracturada, a la manera de esas ópera prima en donde el director no quiere dejar ninguna de sus ideas por fuera de la trama.

El elenco aporta solvencia, Peretti resolviendo a la perfección los distintos tonos de su personaje –resolviendo muy bien tanto el thriller como la comedia-, Rago y Bigliardi en un notable contrapunto disputándose tácitamente a la heroína de turno y Oreiro, con una magnética presencia en pantalla y siempre dueña de un encanto único, pasea su personaje con una rigidez en la que no pareciera sentirse demasiado cómoda.

LA NOCHE MÁGICA” seguramente no dejará tibios a los espectadores: por un lado encontraremos a aquellos que entren en su juego, se dejen llevar por los distintos giros de una propuesta inclasificable y caleidoscópica que se basa en no encasillarse en ningún género y por otra, estarán quienes se fastidien con los permanentes “volantazos” que, pretendiendo ser arriesgados y creativos, terminan generando un extremo desconcierto, no quedando bien en claro cuál es la historia se pretende contar.

Quizás hubiese funcionado aquí el lema de “menos es más” porque hay momentos en los que parece que Portal hubiese sobrepuesto todos los elementos a su alcance sin poder depurar y enfocarse en una idea fuerza.

Lo que en algunos casos es riesgo y apuesta a un nuevo lenguaje, en otros como el de “LA NOCHE MÁGICA” se traduce en un ambiente caótico, por momentos sin rumbo cierto y con una acumulación imprecisa de elementos que no logran ninguna cohesión y el descontrol deja el gusto amargo de una película mayormente fallida.

POR QUE NO:

“Por momentos sin rumbo cierto y con una acumulación imprecisa de elementos que no logran ninguna cohesión”

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