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Por Rolando Gallego.

En una escena de Cásate conmigo, protagonizada por JLO, Owen Wilson y Maluma, tras consumar la pareja, los dos primeros, López aparece con una camisa del buen hombre, comiendo una manzana.

Cuando creíamos haber superado años y años de metáforas, metonimias y otras yerbas, absurdas, Cásate conmigo vuelve con pesadas herencias de  Hollywood, mucho plagio a clásicas comedias románticas de antaño, y más cercanas, y un obsceno mecanismo de publicidades y extensos números musicales que sólo sirven para que JLO y Maluma presenten sus nuevas canciones.

Pero ¿y el cine? hay algunas ideas que atraviesan la propuesta, como el recuperar ese contraste entre “humano” y “estrella”,           que Notting Hill supo regalarnos, o que, en otra línea, El guardaespaldas, insinuaba, con esa figura inalcanzable y enorme que fuera Whitney Houston, enamorada, sorpresivamente, de su cuidador, Kevin Costner.

Acá, en diálogo con la época imperante, donde un line y las views, importan mucho más que los vínculos y reflexiones, una estrella de la música (López) descubre minutos antes de casarse que prometido (Maluma) la engaña, en un espectáculo en vivo, que será visto por 20 millones de personas alrededor del mundo, y en el que decide, intempestivamente, casarse con un desconocido (Wilson).

Lo demás, conocido, tejes y manejes de la industria publicitaria, que entiende que en ese vínculo entre una estrella, y un profesor de matemáticas, todo puede funcionar y potenciar la fama.

Así, mientras Kate se jacta que las mujeres “ahora eligen”, ese mismo personaje se desmorona ante la infidelidad, y se despacha el guion con una serie de lugares comunes de chica conoce a chico, y viceversa, que resienten la larga duración de la propuesta.

Wilson, con oficio, y carisma, sí, y profesionalismo, se entrega al juego, sabiendo que la estrella, en esta oportunidad, es López, filmada como en las redes, con los filtros más precisos, con todo el arsenal que ella cuenta en la vida real, pero en la pantalla.

El resto, un frío cuento de hadas, visto en otras oportunidades, y que no logra, aun con buenas intenciones, contar una historia, que atrasa, que plantea viejas instituciones como la Iglesia, el matrimonio, la fidelidad, como fecundas, para transitar el amor en tiempos de redes sociales.

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» Frío cuento de hadas, visto en otras oportunidades, y que no logra, aun con buenas intenciones, contar una historia «

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