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Por Marcelo Cafferata

“El viaje perfecto es el que dura la noche entera,

Porque es como si no hubiera ocurrido”

BAHIA BLANCA” es la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Martín Kohan, escritor que ya había tenido una exitosa trasposición a la pantalla de su novela “Ciencias Morales” en el filme  “La Mirada Invisible” de Diego Lerman.

Esta historia tiene como eje la ciudad al sur de la provincia de Buenos Aires, definida por sus propios pueblerinos como una ciudad cargada de negatividad y supersticiones pero que, sin embargo, será el espacio ideal para que Mario (Guillermo Pfening), un docente universitario que la elije justamente para escapar de su pasado, encuentre el refugio esperado aun cuando llegue con la excusa de seguir la investigación académica sobre un escritor local.

Ciertos hechos dolorosos lo llevan a esa geografía marcada como maldita, para ir purgando el dolor de una reciente separación con su (ex)mujer, en la que todavía aparecen reproches pero por sobre todo, una desesperación por recuperar lo perdido. Mario atraviesa los días en encuentros banales con los vecinos, matando su soledad como puede sobre todo con los encuentros sexuales fugaces con una empleada del locutorio (Ailín Salas) que también trabaja en el cabaret de otro pueblo cercano.

El pulso tranquilo del pueblo contrarresta con las emociones por las que atraviesa Mario sobre todo cuando aparecen en la historia Ernesto Sidi (Javier Drolas), un amigo en común que tenían con su Patricia (Elisa Carricajo), quien también se hará presente generando un clima enrarecido, una mezcla de géneros y hasta con un cierto halo fantástico, que fortalece una historia que escapa a cualquier convención y se interna en un terreno absolutamente dominado por la incertidumbre y las incógnitas.

La ópera prima de Rodrigo Caprotti logra un sólido trabajo de adaptación del texto de Kohan que tiene la particularidad de ser una novela escrita en primera persona y en forma de diario. Este trabajo permite que el guion carezca de marcas fuertemente literarias y que pueda fluir con imágenes, diálogos y un lenguaje visual que no abuse sino que sencillamente utilice con precisión el recurso de la voz en off para explicar algunas de las sensaciones y el momento tan particular por el que atraviesa el protagonista, que lleva el pulso del relato.

Gracias a la pluma de los guionistas Nicolás Allegro, Barbara Scotto y el propio Caprotti, la negrura del personaje de Mario se va instalando poco a poco y lentamente se irá develando el secreto que le quema el alma, clavando su bisturí en un mundo masculino complejo, dominado por los celos, las obsesiones y un sentimiento de posesión siempre presente que no deja ver ese pasado que inexorablemente ha quedado atrás.

BAHIA BLANCA” logra dar en la tecla de ese clima tan complejo, primeramente gracias a otro gran trabajo de Guillermo Pfening en el rol protagónico al que acompaña un sólido elenco en los roles secundarios que se completa con las actuaciones de Elisa Carricajo (sumando otra incursión dentro de grandes productos del cine nacional como “Un crimen común” “Cetáceos” o “La Flor”), Marcelo Subiotto y Javier Drolas con el que Caprotti además, demuestra una excelente conducción de actores.

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