Por Marcelo Cafferata
Hay algo de una fuerza antinatural que arrasa sobre los protagonistas de “EL OTRO HIJO” y porque no, sobre los espectadores. La muerte prematura y accidental, traumática y violenta de Simón está magistralmente filmada por Quebrada y nos sumerge en una tormenta familiar en la que todos los personajes quedarán irremediablemente atrapados.
Juan Sebastián Quebrada impacta por la madurez con la que lleva el pulso de su ópera prima en la que no teme a mostrar la desintegración familiar frente a la tragedia y la imposibilidad de cursar el duelo, narrada desde el punto de vista de Federico (a cargo de Miguel González), el hermano sobreviviente que intenta poder encontrar un nuevo rumbo para su vida, despojándose de la culpa del superviviente, mientras ve cómo el resto de la familia se resquebraja y se derrumba.
La tragedia impacta en el grupo familiar de diferentes formas y Quebrada va mostrando este efecto arrasador en cada uno de los miembros, sin demasiada compasión, prefiriendo la verdad descarnada y oscura. Mientras tanto, en medio de una tormenta devastadora, Federico trata de despojarse de las esquirlas y poder construir su propio camino, alentando un mensaje esperanzador dentro de tanta tragedia.
Particularmente, “EL OTRO HIJO” impresiona fuertemente en el sufrimiento de la madre, Clara en la que la actriz Jenny Navarrete logra momentos de una intensidad única, al borde de la locura, perdiendo completamente la razón ante un dolor absolutamente imposible de procesar. Quebrada muestra ese desequilibrio personal para plantear, desde allí, un nuevo orden familiar frente a una pérdida que jamás podrá ser reparada.
Lo que en cualquier coming of age con estas etapas de tránsito, podría caerse en algún costado de romantización, por el contrario, la mirada descarnada de Quebrada hace que el drama esté presente a lo largo de toda la historia y que sea una decisión del protagonista, despegarse de esa mirada trágica familiar y comience a habitar un espacio en donde pueda aparecer algún viso esperanzador –por ejemplo, en el vínculo con Laura, la ex novia de su hermano, con quien comienza a tener una mayor relación-.
“EL OTRO HIJO” se anima a hurgar en lugares donde otros directores hubiesen preferido guardar una distancia prudencial. Por el contrario, se zambulle de lleno el duelo, la rabia, el dolor, la culpa, la desesperación y la confusión. Y lo hace de una forma libre de falsos dramatismos, con una mirada tan real como descarnada, lanzándose directamente al vacío.