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Por Marcelo Cafferata

Cuenta la leyenda que Lady Godiva, compadecida ante la pobreza de su pueblo, no tuvo más alternativa que aceptar el reto que le impuso su marido, el Conde Chester (señor de Coventry) quien aceptó bajar los impuestos siempre y cuando ella se pasease desnuda por todo el pueblo: Lady Godiva no lo dudó ni un momento y salió así por las calles.

La solidaridad de sus vecinos hizo que permaneciesen en sus casas con las ventanas cerradas para evitar que ella se avergonzase. Pero sólo un vecino, Tom, el sastre del pueblo, no pudo resistir la tentación y miró por un agujero mientras ella paseaba desnuda a caballo por las calles e inmediatamente se quedó ciego. Nadie del pueblo vio desnuda a Lady Godiva, y el único que la vio, afirma que fue lo último que vieron sus ojos. De aquí la referencia a “Peeping Tom” cuando se quiere hablar del voyeurismo, como sinónimo de mirón e, inclusive, con ciertos rasgos de acoso.

En “TRENQUE LAUQUEN” esta leyenda se menciona expresamente, formando parte del enorme relato de más de cuatro horas de duración en el  que Laura Citarella (como directora y co-guionista junto Laura Paredes, también protagonista excluyente del filme) nos mantiene atrapados como si no quisiésemos dejar de ser voyeurs de una gran historia que guarda dentro de sí, una cantidad abundante de otras mini-historias más pequeñas pero no menos interesantes para formar esta matrioshka a la que el cine de El Pampero, nos tiene acostumbrados.  

Citarella, directora de “Ostende” (en la que precisamente Laura Paredes era también la protagonista) y de “La Mujer de los Perros”, emprende ahora en “TRENQUE LAUQUEN” un relato ambicioso  dividido en doce capítulo narrados a través de dos películas (parte I y parte II), dialogando abiertamente con otra de las aventuras del equipo: “La Flor” y con un estilo narrativo artificioso, que se sirve de notas al pie, relatos, anécdotas, acotaciones, disquisiciones e idas y vueltas en la historia que remite directamente a la gran “Historias Extraordinarias” de Mariano Llinás, en donde se juega permanentemente con la mezcla de géneros y estilos, sin miedo a abordar distintas texturas en una misma trama, imitando a la lectura de una buena novela proustiana.

El pretexto de esta nueva fábula es la desaparición de Laura (homónima de la propia Paredes) y los dos hombres que emprenden su búsqueda, quienes teorizarán y especularán sobre la causa y los motivos de los acontecimientos que se suceden. Uno es su novio, con un proyecto de vivir juntos que estaba a punto de concretarse (Rafael a cargo de Rafael Spregelburd) y el otro es Ezequiel (Ezequiel Pierri), quien la acompañaba en ciertas investigaciones que ella estaba haciendo en Trenque Lauquen.

¿Dónde está Laura?”, una pregunta que remite directamente al universo de David Lynch, abre en este caso una galería de personajes y un entramado de historias que mezcla el relato de misterio, el romance, lo fantástico, la búsqueda detectivesca y el viaje íntimo y personal de la protagonista.

Citarella cumple con su trabajo de orfebre para ir enhebrando personajes, situaciones, ritmos, subtramas, nuevas historias, para que un ambicioso proyecto de más de cuatro horas, se vaya disfrutando con cada nuevo giro inteligente del guion, que nos sumerge en un nuevo enigma que vuelve a renovar nuestra curiosidad para ir siguiendo atentamente el devenir del relato que, a pesar de todo, nos deja con ganas de saber más y más.

Como en todo trabajo del equipo de El Pampero, hay mucho humor, creatividad y una narrativa tan fluida como lúdica, tan profunda como detallista. En este caso habrá cartas eróticas escondidas en los libros de una biblioteca que comienzan a develar una clave, teorías conspirativas, la búsqueda de unas flores particulares hasta la potencial aparición de una “criatura” en la Laguna del pueblo.

Laura Paredes hace nuevamente un gran trabajo y además de pequeñas apariciones que son guiños cómplices para el espectador con el ojo entrenado (Verónica Llinás, Andrea Garrote, Mara Bestelli, Cecilia Rainero entre tantos otros) la acompaña un excelente equipo liderado por Elisa Carricajo – con quien Paredes conecta a la perfección-, Ezequiel Pierri, Juliana Murias –que brilla sobre todo en la segunda parte-y Rafael Spregelburd. 

TRENQUE LAUQUEN” es otro de esos cuentos hipnóticos llenos de misterios que buscan una solución, pero que no siempre encuentran ese cierre definitivo. Quizás sea ese el sentido de un relato que no busca un final, una precisión sobre los hechos que intenta reconstruir, sino que propone disfrutar del recorrido, del viaje que nos habilita cada autor cuando se decide a contarnos una determinada historia y nosotros a embarcarnos en la aventura. Tanto Citarella como Paredes, cumplen con un relato que atrapa en su espiral de situaciones que van abriendo nuevas ventanas a medida que las atravesamos.

El placer propio del cine y dejarnos llevar cuando nos cuentan una buena historia.

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