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Por Gretel Suárez

Thriller de terror atravesado con una interesante mirada social en donde su director expone quienes serían los vivos y quiénes los muertos para el propio ojo del “sistema” económico y social que nos acoge y margina.

La historia se enfoca en el punto de vista de Bruno (Luciano Cáceres), un artista plástico que después de sufrir un hecho traumático, del que poco se habla pero mucho se evoca a lo largo del film, se encontrará impedido emocionalmente de seguir adelante con su arte y con su vida tal cual era pre-trauma.

Esta situación lo conduce a una clínica psiquiátrica, en donde luego de recibir el alta, saldrá en busca de refugio hacia lo de su amigo Roberto, el cual le ofrece trabajo y vivienda en un desarmadero de autos a cambio de vigilar el predio para evitar hurtos.

Con el pasar de los días, a Bruno se lo nota algo enajenado y pareciera ser que no cumple con la toma de medicación prescripta. Pero de repente, dentro de uno de los autos del predio, encuentra un objeto que le dispara una revelación y lo conduce a vivir alucinaciones en función de las pérdidas que ha sufrido impidiéndole aceptar, aun más, el presente que transita.

Pues el quid del personaje se autodefine con la frase “No estoy loco, estoy solo”. Y serán estas ausencias y presencias, sumadas a la más cruda soledad, lo que abrirá el portal transicional hacia otros universos, incluso más allá del deseado por Bruno. Dejándonos entre ver que nadie está exento de dicho padecimiento.

El Desarmadero de Eduardo Pinto | Estreno mundial: próximo sábado 20 de noviembre en el Teatro Municipal Colón.

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