Por Marcelo Cafferata
Luego de su primera película “Mamá, mamá, mamá”, la directora Sol Berruezo Pichon RIvière vuelve a explorar el universo de los vínculos familiares, y desplegar su particular mirada sobre la maternidad, con una historia que tiene como principal atractivo la posibilidad de jugar con múltiples miradas e interpretaciones.
Tras describir una relación madre-hijo sumamente simbiótica entre Agatha y Leónidas, la sensación de asfixia invade todo el primer tramo del relato hasta que sorpresivamente, Leónidas tendrá que llamar de urgencia a su hermana Elsa que deberá volver a la casa materna por un hecho completamente inesperado: Agatha ha despertado en un cuerpo de niña.
La directora encuentra una forma exquisita de construir, con una mirada marcadamente femenina, una alegoría llena de poesía sobre la dura tarea de convertirse en “padre de los propios padres” cuando una enfermedad comienza a atravesarlos y necesitan del cuidado y de la contención del seno familiar para desandar las heridas del pasado y genere nuevos movimientos, más sanadores.
Uno de los puntos más altos de esta joven realizadora es encontrar una forma de contar la historia que escape a cualquier convención, al golpe bajo y a las obviedades. Por el contrario, compone el pasado de Leónidas a través de llamativos collages en un álbum de fotos, una sexualidad escondida, recortes que apelan a esa idea de familia perfecta, y describe con pequeños gestos y detalles, el miedo al amor, el desapego, la vejez y el desamparo que atraviesa a los personajes, mientras por otra parte sintoniza con la complicidad que renace entre los hermanos cuando reviven entrañables momentos compartidos.
El trío que componen Cristián Jensen (Leónidas), Antonella Saldico (Elisa) y sobre todo Lide Uranga como la madre, logra una química perfecta y dota de una fuerza y una credibilidad profunda a “NUESTROS DIAS MÁS FELICES”. Sin embargo, Agatha niña en la piel de Matilde Creimer Chiabrando es sencillamente magnética, tanto por su impactante trabajo, como por los detalles con los que nutren al personaje, el vestuario y el delicado diseño de arte de Ángeles Frinchaboy, generando un halo de misterio y fantasía que potencia el relato.
NUESTROS DIAS MÁS FELICES
de Sol Berruezo Pichon-Rivière
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