Por Rolando Gallego
Anclada en la fantasía, y porque no, el realismo mágico, la joven realizadora Sol Berruezo Pichón Riviere, deslumbra una vez más con una épica aventura sobre vínculos y las muecas del destino.
Agatha es una mujer que pasa sus días frente al televisor viendo un particular programa que en mensajes de autoayuda, le permiten pasar horas del día ante la indiferencia de sus hijos. La directora se toma gran parte de los primeros momentos del metraje para desarrollar sus características, las que, inevitablemente, al transitar un particular acontecimiento posterior en su vida, servirán de base para dar verosímil a lo extraordinario que acontece y en donde la mirada de los otros terminan por configurar la clave de una película absolutamente novedosa y tierna.
No es la intención de este crítico la de revelar absolutamente ninguna información que podría advertir al espectador sobre algunos de estos elementos que conforman la paleta con la cual la talentosa realizadora invita a soñar junto a ella, sólo mencionar que transitando el film, con un trabajo visual y sonoro impecable, Nuestros días más felices, terminan por ser las horas más felices al enfrentarse en la sala a la propuesta.