Por Marcelo Cafferata
El documental “LA HABANA DE FITO” viene rodeado de ciertas polémicas entre las que fue exhibido en la televisión cubana sin permiso del director, suspensión de funciones en el cine y duras críticas sobre las opiniones que Fito expresa acerca de la historia cubana reciente, volviendo a viejos arquetipos de censura y cierta manipulación de los hechos.
Pero más allá de las polvaredas que puedan levantar ciertas polémicas, lo que puede disfrutarse de este trabajo documental de Juan Pin Vilar es la manera en que fluyendo la conversación entre el director y el músico rosarino que fundamentalmente recorre los entrecruzamientos de sus trayectorias y los recuerdos de sus visitas a Cuba en diferentes momentos de su vida y de su carrera.
Desde un primer show que tuvo lugar allá por el ´87 en el Festival de Música Popular de Varadero, el vínculo se fue desarrollando durante más de tres décadas en las que Fito volvió a visitar Cuba, reforzando los lazos con otros grandes de la trova como aparece, por ejemplo, en los testimonios de Pablo Milanés y de Carlos Alfonso y Ele Valdés y el son del ritmo de Chico Buarque o Gilberto Gil. Era la primera vez que un jovensísimo Fito sacudía al público con un rock que se expresaba en español y comenzaba a integrar un sentimiento latinoamericano.
Completamente partido por la tragedia familiar (una tía y su abuela habían sido asesinadas en Rosario un tiempo atrás) Fito llega a La Habana con sus canciones al hombro y logra conquistar al públicoen forma inmediata, dando inicio a una relación amorosa con sus fans que ha sabido mantener a lo largo de todas sus décadas de carrera.
El diálogo entre director y músico va fluyendo en una narración espontánea y casi impensada, en donde se van descubriendo en sus anécdotas, situaciones de vida compartidas, escenarios, recitales y canciones. Un interesante collage donde no queda exenta una mirada política y social, que se va modificando a través de los años y que, en cierto modo, se vuelve a leer desde este presente en donde el propio Fito puede mirar con ternura y hasta con humor a aquel jóven que visitó La Habana por primera vez, entremezcladas con algunas vivencias que se comparten en la voz de Cecilia Roth.
Si bien entre los diálogos se desgranan algunos hechos políticos puntuales que hablan en primer lugar de la relación de bloqueo Estados Unidos – Cuba y luego la aparición de la figura de Camilo Cienfuegos , no son el eje fundamental sobre el que gira la narrativa del documental ni el punto central sobre el que Juan Pin Vilar desarrolla su trabajo.
A pesar de la polémica en la que ha quedado envuelta, “LA HABANA DE FITO” se permite hablar mucho más de la amistad que ha sabido perdurar en el tiempo, de los encuentros, de la música, de un tiempo de juventud con una mirada más bohemia y desprejuiciada y del amor que despierta una tierra y un lugar tan particular -aun con sus contradicciones- mientras suena un nuevo arreglo de “Habana”, la canción que Fito le dedicara justamente a esta ciudad.