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Por Marcelo Cafferata

Alejandra Perdomo (“Nacidos Vivos”) focaliza en su nuevo trabajo, en los testimonios de las denunciantes de abuso de menores y adolescentes, un tema absolutamente silenciado que necesita una valentía tal como la que se despliega en este documental para dar voz y poder sensibilizar sobre una situación marcada precisamente por el “no digas nada a nadie”.

Lo más cruel y aberrante es lo que demuestran los relatos donde la gran mayoría de estos abusos se dan intrafamiliarmente: las estadísticas marcan que es un 85% y los testimonios así lo refrendan y tal como expone Eva Giberti dentro del documental, mayoritariamente se trata de varones que abusan de niñas. Es el padre, el abuelo, el tío quien los comete, así como lo hacen otros personajes de extrema confianza que cuentan con un fácil acceso al mundo infantil como puede ser un profesor o un cura. Paradójicamente, los vínculos familiares siguen funcionando como si nada estuviese pasando, volviendo a reencontrarse víctima y victimario, niñx y abusador frente a cualquier reunión o fiesta familiar.

Entre los relatos más duros se encuentra el de los sobrevivientes de un internado de sordomudos en donde no solamente eran abusados sino sometidos a diversas prácticas de violencia física tanto por parte del padre Nicolás –que ha sido denunciado por varios de los abusados- como de las monjas que estaban a cargo del lugar.

A pesar de que a través de la ESI dentro de los colegios es posible comenzar a abordarse ciertos contenidos que hacen reflexionar a las víctimas de que algo inconveniente está sucediendo, la gran mayoría de la formación está centrada erróneamente en un adulto varón/ blanco / heterosexual mostrando aún el largo camino que queda por recorrer para poder incluir y percibir otras realidades.

El Estado a través de la normativa vigente, da una respuesta demasiado parcializada frente a estos casos, por lo que permite que el abuso de menores y adolescentes se siga perpetrando. La posición frente a las  denuncias es seguir negándole contención de las víctimas y, a cambio, beneficiar a aquellos abusadores / agresores que cuenten con la capacidad económica de contratar abogados y especialistas para su defensa, aprovechando que el mecanismo estatal presenta una total incomprensión a quien ha sido abusadx llegando, inclusive, a revictimizarlx.

Este trabajo abre un abanico de nuevas posibilidades, movimientos como los que enarbolan las banderas de #YoSíTeCreo y #YaNoNosCallamosMás, que permite formar una comunidad de sobrevivientes que den testimonio y construyan un espacio libre de violencias frente a la ausencia de un acto reparador por parte de la justicia.

Si bien todos los relatos son potentes y viscerales, con esa voz en primera persona que revive ese hecho traumático completamente imborrable, la cámara de Perdomo los contiene amorosamente, se respira un ambiente de respeto para escuchar su testimonio y la posibilidad de romper el silencio y dejar afuera todos los miedos.

LA REPARACIÓN”, haciendo honor a su título es de esos documentales necesarios para comenzar un camino de erradicar estas violencias y estos abusos, visibilizando el tema y creando conciencia.

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