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Por Marcelo Cafferata

Recientemente vista en la última edición del BAFICI,  Florencia Wehbe se interna ahora en el mundo de una adolescente de 14 años que deberá lidiar con las imposiciones sociales y culturales sobre los estereotipos de belleza.

“PAULA” emprenderá un camino de búsqueda interior al mismo tiempo que intenta generar una pertenencia con su grupo de amigos del colegio secundario y apropiarse de un espacio que ni siquiera puede encontrar en su familia: con sólo algunos kilos de más y el hecho de no responder a los cánones de belleza impuestos por los estereotipos sociales actuales, Paula siente claramente que no encaja.

En esa época tan particular de los cumpleaños de 15, la intimidación de las miradas ajenas y la presión tanto manifiesta como acallada de su núcleo familiar, hacen que Paula abra su propio blog como lugar de catarsis, de espacio para pedir ayuda y para manifestar lo que está sintiendo.

Si bien el tema se ha abordado anteriormente en el cine (podemos citar a “Como una imagen” de la realizadora francesa Agnes Jaoui, como uno de los ejemplos), Wehbe construye la historia encontrando su propia voz y dotando a Paula de una gran sensibilidad. Su mirada detrás de la cámara es profundamente empática y contenedora y prefiere descansar en los gestos y en los detalles antes que en subrayados a través de los diálogos o de las situaciones por las que la protagonista atraviesa. El dolor de Paula, por momentos, se hace casi imperceptible a simple vista ya que la procesión va por dentro y la cámara de Wehbe nos permite inclusive acompañarla en sus momentos más privados, donde su alma se desnuda y surge en su intimidad el sufrimiento y la angustia.

Lucía Castro es pura espontaneidad y realismo, y logra que el espectador, empatice inmediatamente con la historia. Hay dos escenas claves donde Paula se mira al espejo: una con un espejo circular en el centro y rayos de espejo que multiplican a una Paula fragmentada siendo una y varias a la vez, y la otra cuando al verse reflejada en otro espejo se siente conforme con lo que ve y sonríe. Dos escenas tan perfectas que valen ellas mismas haber transitado por esta historia.

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