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Por Marcelo Cafferata

El juego del cine dentro del cine y el traspasar la delgada línea de realidad e invención,  mutando entre documental y ficción, son temas recurrentes en el cine actual y fueron abordados por un grupo bien heterogéneo de realizadores. Es por eso que Natalia Cabral y Oriol Estrada, tienen la difícil tarea de encontrar en un material ya visitado, una nueva forma narrativa con su propia impronta.

Así aparece “UNA PELICULA SOBRE PAREJAS” donde los directores postulan que la mirada es lo que hace al material interesante: intentan huir del cine observacional de Ozu o Apicahtpong al que hacen una cómplice referencia explícita, dentro de los tantos guiños cinéfilos que despliegan, para proponerse  una película lejos de los paisajes y las atmósferas, lo que quieren hacer es una película de personas (sic).

Narrada desde el propio proceso creativo y con mucha autoreferencia al mundo del cine aparecen inversionistas, espectadores, directores, técnicos, bloqueos creativos, presupuestos que hacen que los directores fluyan en un universo conocido y puedan mirarlo con una pátina de humor, riéndose de sí mismos.

Accidentalmente una pareja de ciegos oficiará de disparador para el trabajo documental que se plantean: filmarán a diversas parejas en donde comienzan a descubrir las diferencias de miradas que tienen los miembros de la pareja sobre ellos mismos. Rápidamente Natalia y Oriol, una pareja más dentro de todas las parejas, atravesarán las crisis que se presentan dentro del trabajo creativo como también las propias de su vínculo interno donde la reflexión se repliega, inclusive, sobre ellos mismos.

Es llamativo ver que es un documental que no pretende ocultar ser un documental (vemos las cámaras, el sonido, cortes, preparativos) por lo que la cámara que capta a las parejas es puesta dentro de mismo cuadro exponiendo todo lo que sucede… pero hay una cámara filmando esa cámara (!) con lo que el juego del cine dentro del cine se presenta como una mamushka en diferentes capas.

Natalia y Oriol comienzan a ganar protagonismo y desplazan a las otras parejas, para ponerse en el centro de la escena y en el ojo de la tormenta: es así como el foco puesto en las parejas, muta hacia una película donde el cine se convierte en el protagonista.

El proceso creativo, la búsqueda de una marca de autor, las intenciones narrativas, las discusiones de criterios (y otras más frívolas como quién va primero en los títulos, es uno de los momentos más hilarantes de la película), las propuestas festivaleras y las reflexiones propias del mismo material que están produciendo, hace que “UNA PELICULA DE PAREJAS” se interne en las profundidades del universo cinematográfico con un tono amable y sin discursos pretenciosos o afectados.

Para el cierre, nos reencontramos en una sala de cine –lugar icónico al que en tiempos de pospandemia vamos regresando progresivamente- lo que refuerza esta voluntad de Cabral y Estada de seguir rindiendo homenaje a la magia que se despliega dentro del séptimo arte, cada vez que se enciende la luz de la cámara y se apaga la de la sala.

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