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Por Marcelo Cafferata

En un juego con fotos y voz en off, el tercer cortometraje de Pablo Martín Weber ya desde el primer fotograma capta la atención del espectador en un trabajo hipnótico sobre la muerte, como disparador o excusa para hablar de tantas otras cuestiones.

Weber encuentra la forma de que una narración con el acento puesto en un texto de un gran belleza literaria, pueda perderse fluidamente entre las imágenes para que, conjugadas con su relato, se conforme un diálogo exquisito.

Podria decirse que el tema central es el luto que da título a este nuevo trabajo del director de “Fragmentos desde el exilio” y “Homenaje a la obra de Philip Henry Goose” pero justamente se convierte sólo en el disparador de una serie de reflexiones existenciales.

A partir de una foto que registra el día de la muerte de Maradona, ídolo futbolístico pero también un símbolo del patriarcado argentino, Weber entreteje todo tipo de recuerdos vinculados con ese momento (los goles de Diego, las jugadas en el Nápoles, su época en Cuba) que son parte del ritual del duelo, de la construcción que se hace frente a la pérdida, recorre algunos otros símbolos que tienen que ver con el ritual del entierro, como los crisantemos, las tumbas o los íconos religiosos.

Desde una pérdida popular y multitudinaria como la de Maradona hasta aquellos entierros que no pudieron llevarse a cabo para poder despedir a los familiares al imponerse los protocolos vigentes en pandemia, Weber impregna su relato de una tristeza y una angustia singulares, esas que surgen del dolor y del miedo de ir perdiendo todos los recuerdos, quizás el costado más doloroso de todo duelo.

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