Por Marcelo Cafferata
El planteo inicial de “10 PALOMAS”, el último filme de Tamae Garateguy (“Mujer Lobo” “Las furias” “Hasta que me desates”) pone en juego todos los elementos más clásicos del policial, a la búsqueda de un asesino serial cuyas víctimas son jueces cuyos cuerpos aparecen desnudos, rodeados por palomas muertas en una sanguinaria performance.
Garateguy ama explorar diversos géneros cinematográficos, rearmarlos, encontrarles otro sentido. En algunos casos la propuesta toma cuerpo y plantea algo innovador, en otros, como es el caso de esta última producción, el resultado final se percibe como fallido.
Conoceremos al personaje principal a través de un hecho traumático de su niñez con el que se abre la película. Volviendo al hoy, el conflictivo encuentro con su padre, la figura muy presente de la hermana, la presión de su jefa (Nancy Dupláa) y un conflicto que lo agobia permanentemente, van armando al Félix de Guillermo Pfening, plagado de los estereotipos propios del género.
En ese sentido, la narración de “10 PALOMAS” se vuelve previsible, con marcas en un guion sumamente estructurado, aun cuando intenta dispersar algunas pistas que tienden a “desorientar” al espectador, el efecto sorpresa nunca aparece y una de las peores cosas que pueden suceder en un whodunit es tener en claro de antemano, todo lo que se mostrará en el desenlace.
De todos modos, la pericia con la que Garateguy sigue explorando los géneros y un elenco sólido en el que Alberto Ajaka, César Bordón, Willy Lemos y Alexia Moyano aportan oficio y fuerza al relato, logran salvar en parte el resultado final de una película demasiado despareja.