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Por Marcelo Cafferata

Después de varios trabajos documentales, Paul Venegas debuta con “VACIO” en el terreno de la ficción y abre la película con una escena eléctrica, llena de nervio que retrata la inmigración ilegal desde el punto de vista de sus propios protagonistas.

Wong y Lei llegan dentro de un container, desde China a Ecuador –Guayaquil es una de las ciudades que más inmigración recibe, tanto como sucede en Buenos Aires y en algunas ciudades uruguayas-, y quedarán al mando del Sr. Lu, un personaje completamente oscuro que siendo él mismo un inmigrante, sabe del derrotero de los extranjeros y con falsas promesas de cumplir sus sueños (el de Lei es llegar a Nueva York, el de Wong es poder traer a su hijo), retiene su documentación y abusa de ellos con la explotación laboral y los negocios ilegales.

Venegas refleja en el cotidiano de los personajes (Wong trabaja en un depósito de mercaderías y Lei se ocupa de atender un locutorio) toda la problemática en torno a la inmigración ilegal y al vacío del exilio, implantados en una cultura diferente con dificultades de comunicación (hoy aliviadas por medio de la tecnología) y atrapados en la marginalidad de ser indocumentados. En Lei y Wong se refleja la historia de miles de inmigrantes ilegales que atraviesan las fronteras con la promesa de una vida mucho mejor en otros países.

VACIO” expone con valentía y sin subrayados, un tema que en el cine europeo se ha tratado con mucha más frecuencia, pero que no ha encontrado el espacio merecido dentro del cine latinoamericano: cuando a la búsqueda de un paraíso personal se oponen el abuso, los chantajes y las amenazas que estrellan los sueños contra la realidad.

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