Por Marcelo Cafferata
“El amor quiere, lo que el amor quiere”
Woody Allen
“AFTERGLOW” ya se ha convertido en uno de los éxitos icónicos del Off-Broadway ya que desde su estreno en 2017, generó inmediatamente puestas alrededor del mundo: en Londres, Los Ángeles, Madrid, en Bogotá y ahora en Buenos Aires.
A pesar de que se han liberado muchos prejuicios y tabúes, que hemos deconstruido ciertos arquetipos de pareja y de modelos de sexualidad, uno de los puntos que siguen llamando la atención de esta obra de S. Asher Gelman (que dice reflejar biográficamente una situación vivida con su pareja), son los desnudos de sus tres protagonistas masculinos y la audacia con que se encara la temática de la pareja abierta y el poliamor.
Si bien en este caso los que tienen un modelo de pareja abierta son Josh y Alex (un joven director de teatro y un graduado en química), una pareja gay de alrededor de los treinta y pico que se debaten entre nuevas experiencias y el hecho de asentarse formando una familia, el debate que plantea el autor y la dramaturgia en sí misma, no responde estrictamente a una pareja homosexual sino que va mucho más allá de cualquier arquetipo y plantea reflexiones alrededor del amor y de los modelos de pareja, aplicables a cualquier tipo de vínculos, lo que enriquece más la propuesta.
En este caso, la traducción de Gustavo González no niega las referencias propias de la obra, sin necesidad de “argentinizarla” de forma artificial. Por el contrario, respeta los nombres de los personajes originales, la vida en una ciudad cercana a Manhattan como New Jersey, sus lugares de origen y la referencia a personajes de la cultura popular como Woody Allen, Julia Roberts o Richard Gere.
Pero pasada la escena inicial donde Josh y Alex invitan a Darius a participar de un trio sexual con el que la obra abre a puro gemidos y orgasmos bajo las sábanas y una ducha que limpiará algunas “impurezas”, el texto de Asher Gelman se lanzará de lleno a interpelarnos sobre las inseguridades, los riesgos y las fantasías que aparecen en una pareja cuando se abre el juego, permitiendo tener relaciones abiertas con un tercero. Si bien esta temática ya fue abordada en muchas películas y en obras literarias, y no hay nada demasiado nuevo bajo el sol, la dramaturgia logra instalar las preguntas y la reflexión, aun cuando revisita estos tópicos ya conocidos.
La forma en que están expuestos los conflictos (sobre todo en el tramo final de la obra donde se deja atrás el excesivo recurso de la desnudez y los actores pueden compenetrarse en el nudo central) y el tono que le ha dado Diego Ramos a la puesta, hace que el espectador vuelva a involucrarse en las problemáticas que plantea el texto, por más abordadas que ya hayan sido en otras ocasiones.
Es así como se recorren las inseguridades, el peligro de la infidelidad, la falta de atención en la pareja por el exceso de trabajo, los proyectos personales y la individualidad por sobre el pensar de a dos, los peligros y las tentaciones de involucrarse aun cuando el planteo es solamente un encuentro sexual y nada más, la pérdida de la confianza y tantos otros temas que nos ponen en tensión con los modelos de pareja interiores en cada uno de nosotros, de los límites que podemos o no traspasar y de las dudas y riesgos que implica hablar honestamente en la pareja de los sentimientos más íntimos. Por otra parte, la espera de un bebé a través de un vientre subrogado, permite al mismo tiempo reflexionar sobre los deseos de formar una familia, la importancia, el espacio y el tiempo que cada uno de ellos puede darle a la paternidad y lo que significa ese proyecto en la vida de cada uno de ellos.
La puesta de Diego Ramos con una escenografía minimalista que permite generar diferentes espacios que van desde una cama hasta una terraza para mirar abiertamente el cielo de New Jersey, dialoga perfectamente con el espacio de Dumont4040, logrando la intimidad que “AFTERGLOW” necesita.
Del trio protagónico, si bien el equipo se muestra sólido, la actuación de Adrián Lázare como Alex (quien también tiene en cartel “El cuarto de Verónica” con Silvia Kutika) es la que logra destacarse, sobre todo por la posibilidad que tiene de nutrir a su personaje de diferentes tonalidades, luciéndose en los momentos de mayor explosión dramática, sufriendo la traición de su pareja, a las propias reglas a las que se habían comprometido.
Fiel a todos los comentarios por los que viene precedida, “AFTERGLOW” instala en la cartelera porteña toda su audacia, su desprejuicio y su encrucijada a la hora de elegir entre ir y dejar ir.
“AFTERGLOW”
De S. Asher Gelman
Dirección: Diego Ramos
Con Adrián Lázare, Fernando Cuellar y Darío Grasso. Actor Reemplazo: Facundo Real. DUMONT 4040 – Santos Dumont 4040 – Viernes 20.30 horas