Por Marcelo Cafferata
Genera muchísimo interés, a priori, poder ver la adaptación teatral de un éxito arrollador como fue “LA FUERA DEL CARIÑO”, la película de 1983 con la que James L. Brooks (“Detrás de las noticias” “Mejor, imposible”, o guionista de shows de comedia para figuras como Mary Tyler Moore o Tracy Ullman sin olvidar su talento al servicio de los guiones de “Los Simpsons”) logró alzarse con cinco premios Oscar. El trio compuesto por Shirley Mac Laine, Debra Winger y Jack Nicholson acompañados por Danny DeVito y Jeff Daniels, creó una de las comedias dramáticas más recordadas de la década del ’80 y que aún hoy demuestra tener vigencia en este traspaso al escenario.
Obviamente que habrá que situarse en la temporalidad del relato dado que han pasado cuarenta años y algunas de las cosas que planteaba en ese momento el guion, como algo disruptivo y novedoso, ya no lo es tanto, pero el texto preserva intacta la mirada inteligente sobre los vínculos familiares, el amor filial y, porque no, algunas relaciones disfuncionales que los personajes deberán aprender a adaptarse y a aceptar.
Aurora (Soledad Silveyra, un verdadero torbellino en el escenario) es una madre insoportablemente controladora, con un amor tan desbordado como profundo hacia su hija que no sabe canalizar adecuadamente y muchas veces lo expresa con ciertas imposiciones y exigencias. Su hija Emma (Julieta Ortega), significa todo para ella y le anuncia que se casa y se muda para acompañar a su esposo una nueva designación que ha tenido para dar clases en otro Estado, Aurora siente que pierde el control e intenta revertir las decisiones de su hija hasta último momento.
“LA FUERZA DEL CARIÑO” tiene la particularidad de ver evolucionar a sus personajes a través del tiempo – cubrirá más precisamente un lapso de casi treinta años- por lo que podremos seguir el derrotero de Emma en su fracaso matrimonial, alejada de sus anhelos personales, atravesado dificultades económicas y soportando los engaños de su marido (Damián Iglesias), mudándose de ciudad en ciudad para permitir que la carrera de su esposo siga desarrollándose, al tiempo que mantiene una relación con sentimientos encontrados en la crianza de sus hijos donde ha encontrado una gran felicidad pero también cierta frustración encerrada en su hogar con todas las obligaciones de la crianza sobre sus hombros. El vínculo con su madre es complejo, pero a través de las diferentes escenas Emma va develando una actitud amorosa y de comprensión, de aceptar a un personaje tan complicado como su madre, tal cual es, sin demasiados reproches.
Al mismo tiempo, Aurora comienza a mantener una relación amorosa con Alan, un vecino completamente excéntrico, ex-astrounauta, encarnado por Osvaldo Laport, que le hace descubrir todo un mundo diferente y le permite lanzarse nuevamente al terreno del amor y la pareja, de la que estaba bastante escéptica. Esta relación les permite a Emma y Aurora vincularse desde otro lugar y compartir algunos momentos de complicidad madre-hija, entablando una relación de dos mujeres adultas y compartiendo algunas charlas íntimas.
La adaptación de la obra de Dan Gordon, realizada por Masllorens & González del Pino, se mantiene fiel a la película que todos recordamos y recrea todos los momentos importantes de la historia. Para ello, Corina Fiorillo ha creado una puesta que se complementa con algunos momentos que se refuerzan con material audiovisual diseñado para recrear algunas de las partes más sobresalientes de la historia, que de otra manera no podrían recrearse en el escenario (un gran acierto es la mítica escena del paseo con el auto en la playa y el juego con las olas) y dinamiza el devenir de las escenas creando diferentes espacios dentro del mismo escenario donde nos podemos transportar al dormitorio de Aurora, a la casa de Emma, al portal del vecino o a los momentos que comparte Emma con su mejor amiga (Dolores Ocampo) desde la adolescencia y sus sucesivos encuentros.
Fiorillo además de estar pendiente de cada uno de los detalles para generar una puesta precisa y funcional, pone todas sus fichas en un elenco de excelencia. Julieta Ortega (quien viene del terreno de la comedia con “Perdida Mente”) despliega todos los matices que le exige su personaje y en cada uno de ellos, logra encontrar el tono exacto, poniéndole el cuerpo a un personaje con diferentes exigencias interpretativas que logra resolver con precisión.
Por otra parte, Osvaldo Laport aporta momentos realmente deliciosos junto a Soledad Silveyra, explotando al máximo los pasos de comedia que propone la obra. Ambos logran una química inmejorable, y se traduce claramente una complicidad única que manejan en escena, jugando con esa pulsión sexual que proponen los personajes aportando esa cuota de travesura y picardía que saben manejar con todo su oficio.
Soledad Silveyra vuelve a dar una clase magistral de teatro en cada escena. Puede hacer explotar una carcajada en los momentos más desopilantes de Aurora, jugar con el sexo en la madurez y emocionar profundamente en los pasajes más dramáticos de la obra. Tanto con Ortega como con Laport despliega diferentes facetas de su personaje y logra componer una Aurora antológica que hace olvidar rápidamente la versión cinematográfica del personaje.
Dolores Ocampo y Damián Iglesias aportan gran oficio dentro del elenco y es de destacar no solamente el diseño de escenografía de René Diviu sino también el vestuario diseñado por Mercedes Colombo que acompañan a Soledad Silveyra y Aurora con cada cambio en el arco dramático del personaje de Aurora.
LA FUERZA DEL CARIÑO
De: Dan Gordon, sobre la novela de Larry Mc Murtry y basada en el guion de James L. Brooks.
Dirección: Corina Fiorillo
Con: Soledad Silveyra – Osvaldo Laport – Julieta Ortega – Damián Iglesias – Dolores Ocampo
MULTITEATRO COMAFI – Avda. Corrientes 1283 – Miércoles a Viernes 20.30 hs. / Sábados 20 y 22 hs ./ Domingo 20 hs.