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Por Marcelo Cafferata.

El título de “¡POR FIN, SOLOS!”, con el que se conocerá esta comedia francesa en nuestra cartelera, puede sonar engañoso porque en realidad su título original es “Joyeuse retraite” que podríamos traducir como “Feliz Jubilación!”.

Por lo tanto la necesidad de estar solos de la pareja protagónica a la que refiere el título no habla de una luna de miel para unos recién casados, sino de una pareja de sesentones que quiere construir un proyecto en común frente a la jubilación, lejos de la invasiva familia.

Así es como Marilou y Phillipe sueñan jubilarse lo más pronto posible, vender su casa y mudarse a Portugal para disfrutar de su nueva vida y sus nuevos proyectos, lejos de las presiones de sus hijos, el cuidado de sus nietos y la invasión familiar donde también interviene una suegra muy pegada a su hijo varón y una pareja de amigos que parece tener siempre u consejo a mano para evitar que los hijos les terminen “manejando la vida”.

Obviamente que el proyecto es una idea deliciosa, pero allí estarán presentes todos los problemas y los enredos familiares para impedir que ese sueño idílico de una tercera edad cerca de la costa portuguesa sea tan fácilmente alcanzable -más allá de que a medida que transcurre la historia, iremos descubriendo que los dos miembros de la pareja, inclusive, tienen sus propias contradicciones frente a este nuevo estilo de vida-.

El tono con el que el Fabrice Bracq concibe su nueva película, tiene todos los condimentos de la comedia clásica francesa y sin moverse de los esquemas y los arquetipos, nos presenta a un matrimonio de clase muy acomodada, con sus hijos y nietos, y va, poco a poco, desarrollando los vínculos entre cada uno de ellos.

Aparece de esta forma la hija, que se encuentra desbordada tanto en el plano laboral como atravesando una profunda crisis de pareja y pedirá auxilio a sus padres para que los “felices” abuelos traten de cuidar y hacerse cargo de los temas de su nieto, además de tener que albergar a su propio yerno frente a las crisis y las desavenencias conyugales.

Por otro lado, su hijo, una estrella de la televisión como presentador, en medio de los anuncios de los planes jubilatorios de sus padres, se precipita en medio de una reunión y anuncia que será papá y que se agrandará la familia y Marilou tendrá que lidiar con esa nuera con la que no se lleva para nada bien y con quien  aparecerán rápidamente los chispazos.

El tono de enredos familiares obedece más a una comedia previsible, de tintes televisivos que a un producto cinematográfico y ante estas cuestiones siempre nos preguntamos sobre el azar de la distribución en nuestro país donde esperamos meses (y muchas veces sin suerte) para que se estrenen en pantalla grande títulos que han triunfado por diversos festivales alrededor del mundo y en cambio, aparecen en cartelera este tipo de comedias que parece más un producto del streaming para ver un domingo a la tarde en casa.

Sin embargo, “POR FIN, SOLOS!” se ha convertido en un verdadero éxito de taquilla en Francia y seguramente obedece a que apunta a un público que todavía suele ir al cine y muchas veces no encuentra en la pantalla grande, productos pasatistas que respondan a un temática propia de ese público que pasa holgadamente los 50.

Ante la falta de ideas novedosas o de una propuesta creativa, la receta se compensa con dos comediantes de gran trayectoria que saben articular perfectamente los mecanismos de una comedia liviana.  Michèle Laroque es Marilou, a quien conocemos por haber participado de filmes como “El placard” “Ma vie en Rose” pero que seguramente el público recuerda por una comedia con un tono casi calcado a este filme, “Por fin viuda!”, en donde desarrolla un personaje –salvando las circunstancias- sumamente similar. Como Philippe aparece Thierry Lhermite, el inolvidable protagonista de “La cena de los tontos” “Nuestras mujeres” “La maté porque era mía” de Patrice Laconte, pero fundamentalmente por su personaje en un super éxito del cine francés de los ’80 como fue “Los repodridos” de Claude Zidi.

Aun con gags sumamente previsibles, enredos completamente increíbles y personajes estereotipados y subrayadamente sobreactuados, el charme con el que se mueven dentro de una comedia ligera hace que se les perdonen muchas de las imperfecciones que presenta un guion sin demasiado vuelo. Inclusive, dentro del tono familiar y de humor blanco que recorre casi la totalidad del filme, ensayan dos o tres gags “subidos de tono” que intentan modernizar la propuesta, pero que, por el contrario, desentonan totalmente dentro de una estructura tan tradicional como la de “POR FIN, SOLOS!”.

Dentro del elenco, una gloria del cine francés como Judith Magre, sabe perfectamente como seducir a la platea en ese rol de suegra pícara, cómplice y que tiene la sabiduría de los años bien vividos, y hace aparecer una sonrisa en cada una de las escenas que aparece con una jovialidad envidiable a sus 93 primaveras.

Habrá todo eso que uno espera en este tipo de productos y si bien, no decepciona, tampoco logra actualizar esos pasos de comedia que se quedaron en el tiempo y que necesitan una nueva mirada y un aggiornamento que no pasa por incluir un chiste con juguetes sexuales completamente “descolgado” en el medio de la trama.

Laroque y Lhermite hacen los suyo y ni el guion ni el director les exigirán más de la cuenta sino sencillamente pasar un rato agradable, simpático y convencional, no muy alejado de cualquier comedia pasatista de las que producen actualmente a granel, las compañías de streaming para matar el tiempo.

POR QUE NO:

«El tono de enredos familiares obedece más a una comedia previsible, de tintes televisivos que a un producto cinematográfico»

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