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Por Marcelo Cafferata

La primera escena de “LA ENCOMIENDA” muestra la explosión de un barco en el medio de alta mar del que, en principio, veremos sólo a un sobreviviente, Pietro (Ettore D’Alessandro) quien será el protagonista de una aventura que se inscribe rápidamente en el subgénero de los náufragos.

Pero lo interesante es que Giorgelli se ingeniará (junto con sus co-guionistas el cineasta Adrián Biniez “Gigante” “El 5 de Talleres” y el propio D’Alessandro) para que su relato se aparte de ciertos estereotipos del género y lo atraviesa con la mirada social que lo caracteriza en su obra, aun con los escasos elementos que le propone la trama.

Luego sabremos que las actividades que desarrollaba el barco en alta mar eran “non sanctas” y terminaremos de confirmarlo cuando Pietro encuentre encerrado y esposado a Benel (Henry Shaq Montero García), un inmigrante clandestino que viajando en esa embarcación soñaba con la posibilidad de ingresar en forma clandestina a los Estados Unidos.

Sed, hambre, el sol abrasador, la falta de higiene, las potenciales enfermedades y una barca que será su nuevo “hogar” (en donde encuentra al personaje de Marcelo Subiotto) son algunos de los puntos en común con las historias a la deriva y en mar abierto que  hacen que en ciertos momentos, el filme transite por algunas zonas conocidas.

La maestría de la cámara de Giorgelli instalada en los Estudios Pinewood de República Dominicana con su famoso tanque de agua donde se producen tormentas, oleaje y unos horizontes maravillosos, logra marcar una diferencia y captar la atención del espectador como efecto reparador de algunas debilidades del guion.

Su trabajo se distingue además con una precisa dirección de los actores, logrando momentos de efectiva tensión que se complementan con un gran lucimiento los rubros técnicos, tanto de edición, sonido o el trabajo del director de fotografía Diego Poleri.

Si bien “LA ENCOMIENDA” transita por ciertos lugares comunes que impone una película de supervivencia en mar abierto y con situaciones ya conocidas, los trazos de Georgelli ganan fuerza cuando apuntan su mirada política que refiere a la diferencia de clases, los dilemas éticos frente a la supervivencia y la vulnerabilidad de los movimientos migratorios.

Sobre el último acto, la película se va despegando cada vez más del relato obvio y logra crecer hasta llegar a un final impactante que, como espectadores, nos deja con unas cuantas preguntas para resolver e invita a continuar reflexionando.

POR QUE SI:

» La maestría de la cámara de Giorgelli «

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