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Por Marcelo Cafferata

De “Los padres terribles” (Jean Cocteau, 1938) sigue aún resonando la versión de Alejandra Ciurlanti en El Cubo, allá por 2007/8 con Mirta Busnelli, Luis Machín y Nahuel Pérez Biscayart a la cabeza. La historia concebida por Cocteau de una familia disfuncional con amores cruzados y complejo de Edipo incluido, había encontrado aquí, un tono de comedia irreverente subrayando la perversión de los personajes y el vínculo con tintes incestuosos entre madre e hijo.

Veronese estrena una nueva versión de este texto icónico, no sólo como director sino también desde la dramaturgia logando una mirada completamente diferente sobre los personajes y sus vínculos. Sigue estando presente ese tono de comedia mordaz con toques de enredos y del clásico vaudeville, pero ahora se han invertido los roles y, de esta forma, el texto se amolda mucho más a nuestra actualidad, conservando la misma ferocidad y amoralidad que aparecía en el original, guardando un delicado equilibrio entre el drama y la comedia más negra.

En el original, los laberintos de las coincidencias hacen que la novia que el hijo quiere presentar a sus padres, no sea otra que la amante de su propio padre. Aquí, bajo la mirada de Veronese, se conserva la presencia de una cuñada que vive bajo el mismo techo y digita y manipula los hilos del devenir familiar, pero la gran diferencia que se plantea es que  la novia del hijo, en este caso, es la amante de la madre –asimismo, objeto de deseo de su cuñada-, quien ha buscado refugio en ella para escaparse de una profunda desdicha matrimonial.

Esta inversión de los roles no solamente ha permitido una lectura completamente en sintonía con los cánones actuales, ya que aparece una madre deseante que se mueve bajo la pulsión de su deseo sexual (espacio que generalmente en los textos se le otorga(ba) a los varones siendo además, su objeto de deseo, nada menos que la propia novia de su hijo) sino que además la sobreprotección maternal se ha cambiado por un vínculo muy simbiótico entre padre-hijo.

El texto de Veronese también aporta una interesante posibilidad de repensar la paternidad en los tiempos que corren y la imposibilidad –ya no sólo materna- de despegarse de los hijos cuando empiezan a emprender su propio camino y abandonan la casa familiar. Todo esto sin perder de vista, que uno de los ingredientes más importantes de “LOS PADRES TERRIBLES” es poder abordar algunos temas ríspidos y oscuros entre los que se mezclan las infidelidades, los celos, la manipulación emocional y los amores enfermizos no correspondidos, sin dejar de lado el humor que por momentos, mezclado con el drama, logra escenas hilarantes.

 “LOS PADRES TERRIBLES” surge en un contexto social donde se cuestionaba fuertemente el rol materno y paterno, al que Cocteau le suma una galería de personajes movidos por su propio egoísmo, donde en nombre del amor cada uno de ellos toma decisiones  sin medir el impacto que producirán en otro (ni tampoco pareciera importarles) excepto algunas breves ráfagas de iluminación en donde algunos de los dos padres piensan el impacto que eso podrá tener en su hijo, pero claramente su deseo termina siendo más fuerte.

Como todos sabemos, Veronese tiene una clara concepción del espacio teatral y por lo tanto como puestista, cuida extremadamente cada detalle y hace mover a sus personajes estratégicamente como en una coreografía escénica, pero por sobre todo es, fundamentalmente, un gran director de actores. Cuenta, como es habitual, con un elenco de excelencia: Max Suen es el hijo, Michel, y es quien seguramente a través de las funciones, logre encontrar mayor precisión para su personaje y, sobre todo, un tono que amalgame con el resto del elenco.

Sofía Gala Castiglione es Madeleine, la novia de Michel y amante de Andrea –la que ahora será su suegra- quien aporta su particular estilo, su naturalidad y su espontaneidad al servicio de su personaje, cuyos movimientos provocan ese “efecto dominó” en todos los demás. Una de las actrices más convocadas en el teatro de Veronese, Ana Garibaldi (“Los hijos se han dormido” “El comité de Dios” “Un hombre que se ahoga” entre otras) queda a cargo del rol más complejo, el de la tía Léo: manipuladora, estratega y deshonesta, sólo movilizada por ese profundo amor que no ha podido concretar y que sigue siendo su prisión, se convierte en víctima y victimaria al mismo tiempo.

Ana Katz como Andrea y Luis Ziembrowski como Ivo se ponen cómodamente en la piel de sus personajes y los habitan con mucha fuerza, jugando siempre al límite, con la complejidad de no caer en el desborde. Ziembrowski, sobre todo, logra lucirse en los momentos en que lo atraviesa ese dolor de un hijo que lo “abandona”, un estereotipo mucho más habitado por la maternidad, que le permite incluso jugar con un tono de comedia y de desvarío que maneja a la perfección.

Tanto las actuaciones como la mirada lúcida y actual que le impone Veronese, convierten a “LOS PADRES TERRIBLES” en una propuesta sumamente atractiva y en una interesante reversión de un clásico del teatro contemporáneo.

LOS PADRES TERRIBLES

Versión, dirección y diseño sonoro: Daniel Veronese

Con Luis Ziembrowski, Ana Katz, Sofía Gala Castiglione, Ana Garibaldi y Max Suen.

CARAS Y CARETAS TEATRO   – Sarmiento 2037, CABA – Viernes a Domingos 20 hs

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