Por Marcelo Cafferata
Los cineastas Julio Midú y Fabio Junco que ya han co-dirigido realizaciones como “Crisálidas” “Hermanitos del fin del mundo” o su más reciente “Hojas verdes de otoño” se aventuran en este nuevo proyecto, “HUMO BAJO EL AGUA”, a contar la historia de Julián (Mariano Martinez) y Patricio (Rodrigo Guirao Díaz), una amistad que ha sorteado los límites del tiempo y las distancias y que ve transformado ese vínculo fraternal que existió en la niñez y en la adolescencia, en una atracción sexual que a pesar del contexto y la situación, ambos parecen ya no estar dispuestos a contener.
La historia está contextualizada a mediados de los años ’80 cuando nuestra democracia era todavía muy incipiente y flotaban en el ambiente los resabios de una dictadura militar donde ciertos temas, entre ellos los relativos a la sexualidad, no salían a la luz y tenían una concepción totalmente diferente con la que los concebimos ahora. Mucho más aún si tenemos en cuenta que además estamos de una vida de pueblo en donde este tipo de cosas suelen ser ocultas por el propio y consabido refrán de “pueblo chico… infierno grande” y escapar de todo tipo de habladurías.
El condimento adicional del vínculo entre ellos es que Julián ha sido siempre el hijo de los trabajadores de la estancia, convertido ahora en un joven peón guardando siempre su condición humilde y Patricio, siempre ha tenido una posición económicamente mucho más privilegiada dado que es el hijo de los dueños de la explotación. Por lo tanto, sumado al contexto político de la época se agrega el componente de la pertenencia a dos clases sociales completamente diferentes, cumpliendo cada uno en su construcción arquetípica con el rol de patrón – peón, teniendo otro tabú más para atravesar.
Lo que, en principio, llama la atención de este nuevo emprendimiento en conjunto de Midú y Junco son las buenas intenciones con las que deciden abordar este tipo de historia de amor, pero al mismo tiempo las decisiones fallidas que se concentran en el guion que no permiten trabajar sobre una mirada novedosa que genere un cierto aporte, para una temática que ya ha sido muy tratada muchas veces por el cine nacional.
Sin ir más lejos casi en la misma época que se desarrolla la acción de “HUMO BAJO EL AGUA”, aparecían en pantalla grande dos filmes que hicieron historia como “Otra historia de Amor” (con Arturo Bonín y Mario Pasik, 1986) y “Adiós, Roberto” (con Victor Laplace y Carlos Andrés Calvo, 1985) donde se abordaban situaciones vinculadas al machismo -hoy redefinidos en términos de patriarcado, las desdichas en matrimonios utilizados como “pantalla” y la posibilidad de llevar adelante el verdadero deseo con una persona del mismo sexo.
El cine nacional, ya con directores como Marco Berger a la cabeza que tienen un particular marca de autor vinculada con la temática LGTBQ, ha vuelto siempre sobre este tema desde la narrativa más independiente en películas como “Fin de Siglo”, pasando por la comedia con “Todos tenemos un muerto en el placard, o un hijo en el closet” hasta la mirada de Campusano justamente en el entorno campestre con “Hombres de piel dura”.
En este sentido, “HUMO BAJO EL AGUA” no logra aportar nada nuevo a una temática que ya ha sido varias veces visitada por el cine y que, además de tener una duración extensa que no la favorece (para contar esta historia bastante esquemáticamente, se toma más de dos horas), no aprovecha ese tiempo para presentar las pulsiones internas que recorren a los personajes sino que además se presentan historias secundarias que no tienen un desarrollo posterior (como los personajes de Mimi Ardú o de Guido Botto Fiora, cuyos talentos quedan desaprovechados, en situaciones que sólo se muestran sin ser funcionales a la historia).
Algo que no permite entrar de lleno en una historia de estas características, que se supone sumamente pasional, es la decisión de los directores sobre el diálogo que establece la cámara con los cuerpos, una mirada sumamente tímida y distante. Ese pudor por ingresar a fondo en la intimidad de los protagonistas se conjuga con una química prácticamente inexistente entre Martínez y Guirao Díaz: ni el supuesto rechazo inicial que siente el personaje de Martínez, ni la posterior entrega a la pasión logran ser creíbles, no solo por algunas actuaciones imprecisas sino también un guion que parece autoimponerse cierta censura sobre lo que pretendía mostrar, optando por los caminos más previsibles.
En síntesis, por más que se puede ver que han intentado contar esta historia con las mejores intenciones, “HUMO BAJO EL AGUA” es un producto fallido e irregular, que no cumple con lo que supuestamente prometía.