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Por Marcelo Cafferata

Ganadora del último BAFICI, “MI ÚLTIMA AVENTURA”, describe brillantemente una historia de amistad, de robos y de lealtades. Una voz en off cómplice y disgresiva nos va adentrando en el núcleo de la historia.

El Pelu y Córdoba son amigos y socios, dos ladrones de poca envergadura embarcados en algunas “aventuras” ilegales. Esta vez proyectan un robo un poco más importante: uno conseguirá la llave y el otro ejecutará el plan con precisión. Uno se quedará con treinta mil pesos, el otro con un bolso de un tamaño interesante, tal como fue pactado en función a la tarea de cada uno.

La historia es sencilla, simple. Sin embargo, Sonzini y Salinas tienen la pericia de hacer una clara presentación de los personajes, en este tiempo acotado del cortometraje y captar la atención del espectador, desarrollando una historia en un formato perfecto.

Al ritmo de la música y el acento cordobés, con sombras, fuera de campo, y algunos juegos con el fuera de foco, con una ciudad nocturna y una moto como elementos protagonistas del relato, arman una historia que parece escapada de un relato del Negro Fontanarrosa. Juegan además con un recurso tantas veces abusado, la voz en off, que se constituye en este caso como elemento central, atractivo y determinante, con una cadencia especial y perfecta, que lo transforma en absolutamente necesario para la construcción de la historia, plagado de deliciosos modismos.

Como un interesante plus, las canciones elegidas para acompañar e ilustrar las escenas, a puro cuarteto hablan de una puesta exquisita, un guion elaborado y una idea pequeña, excelentemente ejecutada. Y cuando suena “Yo renaceré / sin mis pasadas frustraciones / y, amigo mío, intentaré / hacer verdad mis ilusiones”, todo queda perfectamente condensado en esos versos.

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