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Por Marcelo Cafferata

Hay algo de Woody Allen en la velocidad y la ironía de los diálogos, hay algo de Richard Curtis en el aire para plantear el amor en todas sus formas, y por qué no encontrar algo de Linklater en algunas de las caminatas reflexivas que plantea el guion. Pero sobre todo, hay una historia coral que estalla luminosamente en los ocho capítulos en los que se divide “MODERN LOVE”, con una historia de amor diferente en cada uno de ellos y la imponente ciudad de Nueva York como gran marco de fondo para las diversas formas en las que el amor aparece y puede manifestarse.

John Carney (director de “Begin Again” y “Once” –entre otros trabajos cinematográficos-, dos comedias románticas en torno al mundo de la música que tienen un tono similar al de esta serie) es quien está a cargo de cuatro de sus capítulos y ha escrito codo a codo la totalidad de la primera temporada con guionistas invitados, que son quienes han escrito las correspondientes columnas del New York Times que han inspirado estas ocho historias de amor: un grupo de relatos amorosos que sorprenden justamente por mantener un nivel homogéneo entre ellos.

El peligro al que se enfrentan generalmente las historias corales con un elenco diferente para cada una de ellas, es justamente que alguna se destaque notablemente por sobre las demás, cosa que no sucede justamente en “MODERN LOVE” que mantiene un nivel parejo tanto en el guion, como en los elencos elegidos para cada uno de los capítulos, de modo tal que se van complementando perfectamente entre sí, guardando una profunda sintonía en común.

El arco recorrido va desde una accidentada segunda cita (con Sofía Boutella y John Gallegher Jr.) hasta un matrimonio desgastado por la rutina que decide emprender una terapia de pareja para tratar de solucionar sus aparentemente irreconciliables diferencias (brillantes Tina Fey y John Slattery), pasando por el encuentro de una periodista y su entrevistado que cambiará el ritmo de sus vidas (hermosa Catherine Keener junto a Dev Patel) y un particular vínculo entre una joven soltera que intenta encontrar un hombre con quien comprometerse y el portero que cuida a su edificio tanto como la cuidad a ella (Cristin Milioti y un delicioso trabajo de Laurentiu Possa).

Para no dejar afuera ninguna de las opciones que se presentan dentro de los vínculos amorosos, pasaremos por la historia de la pareja gay que quiere alquilar un vientre para poder ser padres (con Olivia Cooke como protagonista), un romance otoñal que da la oportunidad de volver a vivir un gran amor en la tercera edad (espléndida Jane Alexander junto a James Saito),  hasta un amor platónico con un Electra no resuelto enmarcado en la historia de la búsqueda de una figura paterna que se confunde con un amor entre un jefe maduro y una adolescente que trabaja en la misma empresa.

Ellos son Julia Garner y Shea Whigham y protagonizan el capítulo que podría marcarse como el menos afortunado de esta primera temporada por una química que no funciona tan perfectamente entre sus protagonistas como en el resto de las historias y un guion algo errático que no logra asentarse en el punto de vista sobre lo que quiere contar.

Cierra el grupo de estas ochos historias, la protagonizada por Anne Hathaway –que le valió una nominación a la mejor actriz del Broadcast Film Critics Association- con una historia valiente sobre el modo de vincularse con el sexo opuesto de Lexi, que debe lidiar con su diagnóstico de bipolaridad que no solamente le complica su vida amorosa sino también la vida laboral y sus deseos más íntimos.

Un cine con una retrospectiva de documentales típico del East Village, el zoológico del Bronx, los diferentes rincones del Central Park, el arte callejero de Banksy, el Chrysler Building o la famosa Promenade de Brooklyn que se eternizó en el afiche de “Manhattan” del gran Woody son algunos de los rincones por donde nos pasean estas historias que no por vivirse en Nueva York no pueden tener una resonancia con cualquier historia de amor vivida alrededor del mundo.

Uno de los grandes aciertos del collage planteado por Carney es la liviandad y la simpleza con la que se manejan los protagonistas, sin mayores pretensiones que contar una historia en donde uno pueda fácilmente sentirse reflejado sin que esto no implique que tengan profundidad, solo que están muy bien pensadas para un público masivo e inclusive dejar algún espacio agridulce para alguna de las historias de amor que no han podido ser.

En este mosaico está bien dosificado el humor y la comedia, el tono romántico, ese toque dramático tan necesario para complementar toda buena receta, mucho encanto y realidad, algún sinsabor y todo el caleidoscopio de sensaciones que se esconden en los vínculos amorosos, cualquiera sea su forma.

La belleza de los parques y plazas de Manhattan, el Washington Square o algún cafecito típico de Chelsea, van acompañando estas historias que en tan sólo media hora nos van llevando por diferentes estados emocionales hasta cerrar con un episodio final de temporada en donde se entrecruzarán y nos irán aportando mayores datos a lo que fuimos viendo en cada episodio, abriendo una ventana para encontrarnos con más historias de amor en la Gran Manzana para una segunda entrega a estrenarse próximamente.

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