Por Marcelo Cafferata
Hay una construcción social, como sucede en tantas otras cuestiones, sobre el prototipo del delincuente, las cárceles, el encierro. Muchas de las ficciones, tanto nacionales como internacionales, ayudan en mayor o menor medida, a ir construyendo esa imagen sobre el mundo carcelario y lo que sucede allí dentro.
Desde el espacio del documental, saludablemente, algunos cineastas intentan registrar lo que realmente pasa dentro del sistema penitenciario, ayudando a visibilizar ciertos temas que están ocultos y dando la posibilidad a los espectadores de ingresar a un mundo que, de otra forma, aparece vedado. De esta forma, existe la posibilidad de derribar ciertos arquetipos prearmados sobre la figura de la delincuencia y registrar algunas situaciones con nuevos ojos.
Así por ejemplo en “La Visita” (Jorge Colás, 2019) y sobre todo en “Bazán Frías, elogio de un crimen” los directores apuntan a registrar y compartir algo diferente a lo prototípico que se muestra en las ficciones, para internarse en lo que realmente sucede puertas adentro, marcando un diferencial. En “OTRA CONDENA”, Juan Manuel Repetto nos abre las puertas del Centro de Contención de Moreno, un esquema completamente diferente a lo que podemos imaginar cuando hablamos de cárcel.
Menos entre 1 y 18 años que han cometido delitos graves, cumplen su condena en un lugar diferente: no hay armas, no hay rejas, no hay celdas y hasta el lugar y la forma que ocupa la autoridad se convierte en algo especial. Docentes, trabajadores sociales y psicólogos ocupan los puestos de dirección del Centro con la idoneidad profesional para plantear una reinserción diferente y un acompañamiento terapéutico en un espacio de reflexión, alejado de cualquier atisbo de violencia.
Repetto deja que su cámara se pasee por entre los jóvenes hasta tornarse invisible, como la mejor manera de registrar naturalmente lo que sucede. Lejano, muy lejano al precepto de “vigilar y castigar” la propuesta del Centro permite que cada uno de los chicos, provenientes de espacios de alta vulnerabilidad social, pueda reflexionar sobre su condición, sobre el significado del delito en sus vidas, sobre el perdón y la búsqueda de una sanación y una reinserción a futuro.
Algunas escenas en donde se ve en acción el trabajo que hace el equipo del Centro con los jóvenes, sacuden fuertemente cualquier estereotipo y permiten escuchar sus historias de vida contadas en primera persona y sobre todo reflexionar sobre los roles de víctima y victimario que aparecen en uno de los ejercicios propuestos por la terapeuta.
Así, podemos darnos cuenta que nada es nunca tan taxativo y todos, de una forma u otra, podemos estar parados de uno o el otro lado de una delgada línea. Repetto logra desenmascarar el dolor y la angustia, la expuesta fragilidad de quienes han sido victimarios y víctimas, al mismo tiempo, de un sistema familiar y social que los ha empujado a una vida sin demasiadas expectativas de futuro.
Y, en el Centro, pueden encontrar cierta claridad en su camino.
POR QUE SI:
» Historias de vida contadas en primera persona «