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Por Marcelo Cafferata

Se inauguró, con una congregación de estrellas, personalidades de la cultura y mediáticos en la alfombra roja, el nuevo teatro El Politeama, espacio dedicado a la actividad cultural, con un nuevo espacio escénico que se celebra en medio de este regreso, en el marco de la post pandemia.

Un proyecto que fue soñado por Juan José Campanella desde hace algo más de cinco años, pudo tener finalmente el tan ansiado corte de cinta y ganar, de esta manera, una sala más al circuito comercial de Buenos Aires, una plaza teatralmente inquieta que siempre tiene novedades.

Es, al menos, curiosa la elección de una obra como “LA VERDAD” que se había estrenado recientemente en el Paseo La Plaza (con Juan Minujín / Jorgelina Aruzzi / Valeria Lois y Héctor Díaz) y que hace parecer bastante prematuro el hecho de volver a montar una versión tan rápidamente. Pero más sorprendente aún es la apuesta a un elenco que ostenta un perfil marcadamente televisivo y popular, al que el público identifica mucho más como participantes de los últimos realities de la televisión argentina que como consagradas figuras dentro del circuito teatral.

¿Quién se esconde detrás de la dramaturgia de esta típica comedia de enredos entre dos parejas? Es nada menos que Florian Zeller, el autor de “El padre” uno de los dramas más potentes del teatro contemporáneo (que tuvo su versión cinematográfica de la mano de Anthony Hopkins) pero que también supo brillar en el terreno de la comedia con productos como “Sin Filtro” cuya versión local pudimos disfrutar en Buenos Aires con los roles protagónicos a cargo de Gabriel Goity y Carola Reyna.

En “LA VERDAD” Zeller plantea el juego en base a dos parejas y sus infidelidades. Martín inició, hace varios meses, una relación la mujer de su “mejor amigo” Lorenzo, Ana, quien parece no poder seguir sosteniendo esta mentira y le plantea la necesidad de que todo salga a la luz. Si bien todo está planteado en un tono de comedia pasatista sumamente liviano, Zeller quiere encontrar de alguna manera, un espacio para plantear el costo de decir la verdad frente a la comodidad –o no- de vivir en un status quo de mentiras instalado, del que todos sacan, de una manera u otra, algún provecho.

La puesta de Ciro Zorzoli tiene la agilidad que el texto de Zeller requiere pero no logra contactar con esa pátina de profundidad que el dramaturgo francés le imprime siempre a sus comedias. En parte, porque la puesta prefiere anclar en un tono desbordado y porque además los actores no logran pasar más allá de los estereotipos que plantean cada uno de sus personajes.

Zorzoli, avesado director teatral que ha tenido a su cargo la inolvidable “Estado de Ira” (con Paola Barrientos, Diego Velázquez y María Inés Sancerni), una puesta genial de “Las Criadas” (Marilú Marini, Paola Barrientos, Victoria Almeida), la creativa “Fantasmatic Invocación Stanislavski”, “Tarascones” –actualmente en cartel- o “La comedia es peligrosa” en el Teatro Cervantes, no puede domar a un elenco que no tiene forma de escapar a sus tics televisivos, a romper la cuarta pared donde no está marcado y mirar al público de reojo, a confundir una comedia veloz con un texto gritado y a descansar en la popularidad con la que el público los ha consagrado sin poder entregarse a un texto que abordado de otra manera, pudiese haber tenido otras riquezas.

Parece un lugar común decir que la comedia es tomada frecuentemente como un género menor, pero en esta nueva puesta de “LA VERDAD” queda en claro que sólo el carisma y la simpatía de Agustín “Cachete” Sierra no alcanzan para un personaje de un mentiroso empedernido, que requiere un timing de comedia sumamente ajustado, no se termine convirtiendo en una caricatura pobre de lo que debiese haber sido. Sierra no pierde oportunidad para lucirse con poca ropa y seducir con algunas de sus miradas cómplices a la platea, pero muy poco de esa picardía sin subrayados que requiere su Martín, logra aparecer en escena.

Candela Vetrano tiene la simpatía que su Ana necesita, pero confunde la comedia desbordada con pasar letra a un ritmo eléctrico limítrofe a la histeria, que claramente no la beneficia. A eso se suman pequeños desaciertos de la adaptación del texto que más que pícaro suena a vulgar y por momentos raya en lo grosero, desatino que incluso comparte el personaje de María del Cerro (Julieta, la mujer de Martín) que construye una escena final que sostiene a base de gritos e insultos varios que no causan ya, a esta altura del partido, la más mínima gracia.

Del cuarteto protagónico Tomás Fonzi (Lorenzo, el “mejor amigo” de Martín) es quien logra desplegar su oficio y propone algunos momentos efectivos, un actor que entiende por donde debe fluir la propuesta y trata de enriquecerla cuando aparece en alguna de las escenas “a dúo” sobre las que el texto estructura la propuesta. Pero Fonzi no puede ponerse al hombro todo el equipo, sobre todo con un papel que no es el protagónico y sus valiosos intentos no logran salvar del hundimiento a este Titanic navegando en las lujosas aguas de esta nueva sala en la que se nota el esmero que se ha puesto en el confort y la tecnología, pero que no parece haber encontrado la mejor receta para la inauguración de una sala teatral que ha tenido en sus tablas textos de Discépolo y sobre las que estuvieron Pablo Palitos, Tita Merello o Alfredo Alcón, entre tantas estrellas de la época dorada del teatro nacional.

“LA VERDAD”

De Florian Zeller

Dirección: Ciro Zorzoli

Con Agustín Sierra – Candela Vetrano – Tomás Fonzi- María del Cerro

Miércoles / Jueves / Viernes 20.30 horas  – Sábados 20 y 22 horas – Domingo 20 horas

TEATRO POLITEAMA – Paraná 353

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