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Por Rolando Gallego.

Christian Bernard es uno de los realizadores menos prolíficos del cine nacional, pero no por eso menos querido.

De hecho, alrededor de su figura, y tras la mítica 76 89 63, codirigida con su compañero Flavio Nardini, y sus clases en ENERC, cineastas, cinéfilos, y público esperaban este retorno a la pantalla grande.

Y su vuelta se produce en un contexto muy particular, pandemia mediante, con Warner y HBO MAX detrás, con un elenco encabezado por Diego Peretti y Julieta Cardinali, con actuaciones de Carla Quevedo, Carola Reyna y Diego Cremonesi, y con un estreno que primero será en salas y luego llegará a la plataforma, un hecho que marca el inicio, además, de producciones de WarnerMedia, que tendrán ese recorrido posterior a la llegada a las salas.

Julián (Peretti), un escritor exitoso, en medio de una meseta producida por ciertas cuestiones psiquiátricas, y su arribo a una soñada casa para descansar e inspirarse junto a su familia, son el puntapié inicial para una propuesta, que, con una cuidada fotografía, banda sonora incidental acorde y estimulante, actuaciones logradas y verosímiles, revisa el thriller, sus estereotipos y mecanismos, proponiéndole al espectador un juego en el que deberá descubrir si aquello que la pantalla le muestre es la verdad del protagonista o un siniestro juego derivado de su condición.

El guion no innova, pero es efectivo con el tipo de propuestas que emula, proponiendo un thriller al uso nostro con una puesta en escena potente, planos poco usuales para el cine local y un cuidado en los detalles que, al repensar la película tras la revelación final, impulsan a que el rompecabezas pueda hacer encajar cada una de sus piezas.

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