
Por Marcelo Cafferata

Carrasco adapta su propia dramaturgia logrando disimular el origen teatral de “LA POSE” con buenas ideas en la puesta en escena, en donde cuenta la historia de Blanca que hace el camino inverso al que recorrió varios años atrás cuando viajo del pueblo a la Capital para lograr cumplir sus sueños.
Bajo la excusa de un cumpleaños, su regreso al pueblo se encuentra teñido de frustración y tristeza, en el marco de un país en crisis. Allí encontrará a su hermana Estela junto a su esposo Eduardo, inmersos en un ambiente tenso y algo violento, al que sumará el personaje de su prima que oficia de narradora externa de la situación, única que logra tomar distancia.
El encierro, la misoginia y la brutalidad de Eduardo van espesando un aire asfixiante que remite directamente –subrayado ya desde sus nombres- a los personajes de Tennessee Williams de “Un tranvía llamado deseo” que la directora trata de poner en un nuevo contexto, acorde a las temáticas de este tiempo.
Si bien la adaptación es acertada y lograr crear un muy buen paralelo con el clásico original, Blanca no logra encontrar una fuerza protagónica que traspase la pantalla y el elenco, en general, no acierta con el tono que requiere la propuesta –quizás más acostumbrados a la puesta teatral-, que por momentos presenta una más cercano a un trabajo de escuela que a un trabajo cinematográfico.