
Por Marcelo Cafferata

Calle Florida. La que alguna vez fue el centro del glamour de Buenos Aires en los ‘40, guarda ese encanto que tiene de ser una calle peatonal, con sus grandes tiendas que aún conserva aunque el espíritu se ha ido modificando con el tiempo. Hoy con Galerías Pacífico, antes con Harrod’s, Galería Jardín, la Richmond o algunas de las más importantes sucursales bancarias, recorre desde Plaza San Martin hasta dejarnos a pasos de Plaza de Mayo.
Lautaro García Candela en “CAMBIO CAMBIO” la hace protagonista de su historia, metiéndose en el universo de los trabajadores que la habitan: chicos y chicas repartiendo volantes, trabajadores eventuales de pequeños emprendimientos que surgen en cada cuadra y la figura fundamental de los arbolitos que cambian dólares a turistas y a porteños, con la cotización blue que se dispara del precio oficial y genera todo ese submundo de negocios apostando a las diferencias de cambio de donde todos quieren sacar tajada. García Candela nos sumerge rápidamente en ese universo y nos cuenta, de boca de uno de los personajes, la historia de una tucumana que siendo arbolito hizo su propio negocio y dejó un bolso azul vacío como prueba del delito, fingió algo que jamás sucedió y se quedó con una buena diferencia.
En medio de un ambiente de post-pandemia, barbijos mediante, la cámara de García Candela hace foco en Pablo (luminoso Ignacio Quesada, espontáneo y fresco, todo un hallazgo para este protagónico) que repartiendo volantes convenciendo a turistas de ir a comer algo a un restaurant de la zona, escucha esta historia y quiere entrar en el mundo cambista y paralelamente, organizar su propio microemprendimiento.
Con una peluquería como “pantalla”, Pablo se acerca a ese mundo marginal y financiero y comienza sus tareas de arbolito, teniendo en cuenta su otro objetivo de crecimiento personal y de hacer su negocio para el que rápidamente deberá comprender las reglas del juego y los vaivenes del mercado.
Rápidamente involucrará a su novia (Camila Peralta, a quien recientemente vimos en el festival de Mar del Plata en “Clara se pierde en el bosque”) y a dos de sus amigos en este negocio paralelo intentando hacer una diferencia y con eso poder presentar el primer demo de la banda musical que es su verdadera pasión.
Todo esto se juega al mejor estilo de la parte del león: por más que esto se haga a la luz del día, el negocio que se plantea es absolutamente ilegal. Ya esto, de por sí, le imprime un halo de riesgo que aparece atravesando la película en forma permanente: además hay traiciones, peligro, operaciones que se realizan en un entorno de marginalidad y desconfianza básica y la posibilidad concreta de estar atento para poder “sacar tajada”. Todo esto ayuda a la construcción de un ritmo de thriller que García Candela aprovecha inteligentemente y usa, a su favor, la ciudad como personaje central y un impactante uso de la música incidental a cargo de Dante De Luca.
Otro punto interesante es que el guion del propio director no se detiene en los recovecos de las complejidades que pueda tener este tipo de negocio y opta por presentar la historia de una forma amena y dinámica en la que fácilmente el espectador pueda entrar e involucrarse con las situaciones de riesgo que va asumiendo el protagonista.
Por fuera de lo movimientos financieros y el ritmo de thriller que propone la historia, hay espacio para una historia de amor y para poder trabajar las diferentes acepciones que propone la palabra cambio más allá de las transacciones financieras y en el arco dramático de Pablo, realmente se ve una evolución y una diferencia entre el joven que vemos al inicio y el que cierra la historia.
“CAMBIO CAMBIO” se transforma en una de las sorpresas positivas de la cartelera con una narrativa dinámica en donde se encuentran la viveza criolla, el oportunismo, el ingenio y la “picardía” porteña en medio de un ritmo de thriller realmente atrapante, con el marco de la Ciudad de Buenos Aires y su microcentro tan icónico para dar lugar a ese (sub)mundo tan particular que opera a la vista de todos y a plena luz del día.