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Por Marcelo Cafferata.

Si buscamos algunas películas con actores en el centro de la escena podremos encontrar desde “Birdman” -con la despiadada mirada de Iñárritu a la industria del teatro de Broadway y el mundo de los actores que buscan encontrar un lugar de prestigio y reconocimiento lejos de sus momentos de éxitos populares-, “Applause” con Paprika Steen jugando a ser Marta en Virginia Wolf sobre el escenario  e intentando lidiar con  problemas similares en su vida privada o a Érica Rivas en “Antes del Estreno” la película de Santiago Giralt donde actriz y director ponen en crisis su pareja días antes de estrenar una obra en el Teatro San Martín, homenaje indudable a “Opening Night” de Cassavettes.

Pero en todas ellas y en muchos otros filmes, el retrato es de un actor consagrado y los dilemas de su ego, sus miedos, sus inseguridades, sus vanidades en ese camino de llegar o mantenerse en la fama. Pocos casos han enfocado al empeño, la perseverancia y la frustración que sienten los actores que buscan una oportunidad, ser tenidos en cuenta, que alguien pueda ver alguno de sus trabajos y que algo los catapulte a ese nivel de exposición bien entendida que todo actor busca, más en la superficie o más en el fondo de su intimidad.

El foco del nuevo trabajo de Clara Picasso (cuya opera prima fue “El pasante” en el año 2010) es Paula, una actriz independiente, que ve que pasados sus 30, aún no ha tenido mucha suerte para encontrar ese papel que le otorgue un reconocimiento en el medio o en el público y hasta tanto llegue ese momento tan ansiado, Paula da clases de idioma a extranjeros para poder ganarse la vida.

Justamente mientras está dando una de sus clases en un bar, sucederá un hecho policial que la tendrá en el centro de la escena en todos los noticieros del día y rápidamente su aparición en varios canales de televisión al mismo tiempo, produce ese efecto de que la gente la reconozca por la calle, esa identificación masiva que parece ser uno de los objetivos que Paula tenía dentro de su carrera, convirtiéndose al menos por un momento, en esa protagonista a la que alude el título, que tanto se emparenta con los famosos “quince minutos de fama” que proponía en algún momento Andy Warhol como un derecho en un futuro cercano.

Por un lado vemos como “LA PROTAGONISTA” retrata a Paula en una permanente necesidad de construirse un universo ficticio, inventarse una realidad paralela en donde ella tiene una vida no sólo profesionalmente sino socialmente exitosa, mientras que, por el otro, nos cuenta cómo el impacto que produce en su mundo ese hecho fortuito que aparece en su cotidiano para irrumpir y modificarlo todo.

Lo interesante del guion de Clara Picasso (en su doble rol de guionista y directora del filme) es que a través del humor se permite una mirada muy incisiva de ese micromundo en crisis en donde Paula se siente insegura y fracasada ante ese presente profesional que está, no solamente muy por debajo de sus propias expectativas sino que, lo que más pareciera pesarle, es que también está por debajo de lo que la sociedad considera que ella ya debiese haber alcanzado, completando ese apocalíptico panorama que parece no tener claro sobre el rumbo de su profesión y quizás, de su propia vida, amparándose en el autoengaño.

La potencia de ver cómo ese mundo que construyen los medios de héroes anónimos y personalidades del día, se esfuma estrepitosamente, es claramente uno de los puntos fuertes de la mordacidad y el humor particular con el que se maneja todo el tono de la historia. Si bien la situaciones que plantea el guion tienen numerosos aciertos (con una madurez narrativa que plantea un importante crecimiento si se la compara con “El Pasante”), la presencia de Rosario Varela en pantalla, en la piel de Paula, es indudablemente el punto más alto de “LA PROTAGONISTA”.

Tanto en su “manía” como en su “depresión”, en el pico de la efímera fama como en su detrás de escena y del después, Varela puede transmitir todo ese abanico de sensaciones en el lapso de poco más de una hora en la que transcurre el filme. Esa dualidad interior / exterior, realidad / ficción, persona / personaje, queda claramente expuesta en cada gesto y cada mirada de la actriz que tiene el peso completo de la película en sus espaldas y sale airosa de este gran desafío.

Y Picasso la acompaña con su cámara para registrar cada pequeño movimiento, cada diálogo, cada pliegue de su heroína completamente en crisis para entregarnos este retrato construido con un humor agridulce y una mirada que, pase a todo, se muestra compasiva y amorosa con su personaje.

POR QUE SI

«La presencia de Rosario Varela en pantalla, en la piel de Paula, es indudablemente el punto más alto de La Protagonista»

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