Por Rolando Gallego
La Batalla es el cuarto disco de Juan Ingaramo, una de las figuras claves de la escena musical actual, mezclando ritmos tan disímiles entre sí como el pop, el reggaetón, la cumbia, y el cuarteto, entre otros. Hablamos con él en exclusiva.
-Para un artista ¿cómo es estar conectado con la música y componiendo?
-Es mi realidad, al margen de cualquier circunstancia, mi condición objetiva diría Marx. Lo tengo bastante activo al asunto ese, por suerte. Es una de las zonas liberadas, la música y la creatividad, libres de COVID, libres de pandemias, es un oasis donde puedo ir y estar como quiero.
-El año pasado lanzaste algunas canciones y ahora finalmente salió La Batalla ¿cómo fue el proceso de ir yendo de a poco presentando los singles y ahora el disco completo?
-Hay muchas maneras de editar la música, pero hay dos entre las que yo me muevo que es entre los sencillos y el álbum. Cada una tiene su propia lógica y responde a cuestiones, por ejemplo, como lo que pasa en el mundo. Me pasó el año pasado que no consideraba el momento ideal para lanzar esta música, porque había mucha incertidumbre en cuanto al virus y toda esa cuestión, y si bien no nos liberamos aún del COVID, saqué los sencillos para conectarme con el público, sacando videos, a diferencia del álbum, que es una obra integral, que tiene un concepto, una curva, que está hecha para que la escuches, idealmente, toda junta. Son propuestas diferentes y por suerte podemos hacer las dos, y aprovecho, porque por más que el álbum no esté en su mejor momento, es una forma artística que a mí me interesa mucho, me representa y en donde puedo decir muchas cosas, así que cada tanto sencillos, un álbum, me viene bien.
-El álbum además cristaliza un momento particular de la vida de un artista…
-Totalmente, porque además, por ejemplo, yo edité cinco sencillos que no están en ningún álbum, y otros sí los pensás como parte de un álbum, y los vas adelantando, pero tienen como diferente génesis. El álbum es una propuesta en donde puedo decir otras cosas, me permite un desarrollo y una expresividad más profunda que el sencillo.
-El disco se llama La Batalla, ¿a qué le das batalla vos?
-A muchas cosas, y pese a ser un privilegiado total, por la vida, por mis condiciones objetivas, volviendo a Marx (risas), creo que le damos batalla a un virus invisible que es letal y ha matado mucha gente, pero también le doy batalla a los miedos, a los mandatos de éxito que te impone este sistema vil de consumo, a uno mismo, para emanciparme de estructuras que te hacen más rígido, y la batalla la doy con canciones o música, y son escudos o lanzas para sobrevivir. Una canción es también una utopía que te permite salir de la realidad y ser más feliz.
-¿Qué canciones recordas que te servían como escudo? ¿qué artistas te servían de coraza?
-Tuve muchas épocas, recuerdo a mi madre explicándome o cantándome canciones de The Beatles, de muy chico, como Don’t let me down, y como esa canción siempre me acompañó y lo que significa la letra. Después vino la adolescencia, con el rock como bandera, recuerdo Viernes 3 AM, era como una habitación a salvo, Serú Girán me encantaba. Recuerdo discos que me refugiaban, como Abre de Fito Páez, y después refugios más estéticos, o músicas donde te sentís bien y podés sacar inspiración y elementos, como Stevie Wonder, Spinetta, lo fue también Babasonicos, Miranda!, es como una gran mezcla, he tenido momentos con el cuarteto, que me identifica, de día o de noche, suena y, no sé si será por mi autoexilio, me genera un sentimiento que no me lo genera nada. Respondiendo a tu pregunta, son muchas las canciones y las músicas que me permiten lograr esa seguridad.
-¿Cómo surge la exploración de los videos?
-El video o lo visual es una pata fundamental de la música, sobre todo, luego del siglo XX, te diría que hasta le terminan dando el color visual a la música y de alguna u otra manera estás atravesado por eso, de hecho te nombré a Abre y me aparece el verde de la tapa, es muy loco. Es una posibilidad de expresión más contundente y las redes sociales y con todo lo que entra por los ojos, explotó, porque entra por ahí. Por suerte pude contar con grandes compañeras de producción, directores y directoras que supieron materializar las ideas que uno tuvo. De hecho pensé que tengo en mi canal de video muchos subidos, que es duro y difícil y costoso, y haciendo comparaciones con países del primer mundo, olvídate, tuve la suerte de ir a unos Latin Grammys nominado y te das cuenta que competís con proyectos y situaciones donde los contextos son otros. Pero ahí que le doy valor a la identidad de uno, y ahora te cito a Gramsci (risas), pero yo confío más en lo que me puede salir a mí en una situación de incomodidad que en otra, lo voy sintiendo, y eso le da identidad a nuestro arte y cultura.
-Sé que es complicado planificar a largo plazo, pero, ¿cómo sigue este año de trabajo?
-En principio no estamos planificando nada porque no es el momento, hay una prioridad más grande que es la salud, la emergencia sanitaria, el cuidado de todos los ciudadanos y ciudadanas, sé que no es prioritario. Y por suerte he podido desarrollar la paciencia, ahí me ayudó bastante mi hija, el hecho de ser padre, y no tengo ningún apuro, porque sé que estas canciones no duran 24 horas, no tienen fecha de vencimiento, así que cuando se pueda lo presentaré en vivo, mientras tanto haré uso de los canales digitales y virtuales para estar en contacto con el público y esperando que esto pase, además de tratar de sacar provecho emocional a todo esto.
-Y que no es poca cosa…
-Es lo más difícil, trato de tomarlo como una posibilidad más que una limitación, y esto de la paciencia me ha ayudado, porque venía antes de ser padre, alienado, en las vueltas de la industria, de la carrera, que se llama carrera y no sabemos bien contra quién corremos, con las giras, los tickets, el sold out, los views, y con la pandemia me di cuenta que nada de eso era importante. Ahora no corro contra nada ni contra nadie.