
Por Marcelo Cafferata

Hay pocos cineastas, más precisamente pocos documentalistas, con la habilidad que tiene Patricio Guzmán para reflexionar sobre la realidad social de su país natal (Chile) y de Latinoamérica , con un estilo propio, sumamente reflexivo y que entreteje temas que en apariencia no tienen puntos de contacto.
Fue así como en “Nostalgia de la luz” encontrábamos la perfecta mixtura de astronomía y fotografía para contrastar con ese grupo de mujeres que sigue buscando en el desierto de Atacama a los restos de sus familiares desaparecidos. En “El botón de nácar” el protagonista es el mar, ese mismo mar al que miles de desaparecidos fueron arrojados en plena Dictadura. Ahora, cerrando la trilogía, presenta “LA CORDILLERA DE LOS SUEÑOS” donde vuelve sobre el pasado reciente y la dictadura pinochetista, para reflexionar una vez más sobre la actualidad y las heridas que se mantienen abiertas cada vez que vuelve a su tierra, con esa cordillera presente, que ha sido testigo de todo lo acontecido y al mismo tiempo el muro tras el cual quedaron encerrados todos los secretos.
La voz del propio director va reflexionando en off con ese tono pausado y profundo que acompaña el relato. Tiene, como es su propia marca autoral, la maestría de poder ir concatenando pensamientos e internarnos en medio de unas bellísimas imágenes para revisar lo sucedido en la historia reciente y no perder la memoria, para seguir trabajando en derribar las desigualdades y poder curar las heridas de los regímenes más abusivos que transcurrieron en América Latina hacia fin de siglo.
La cordillera sigue tan presente (las imágenes son absolutamente sobrecogedoras y el trabajo de fotografía de Samuel Lahu deslumbra con su perfección) como lo ha estado en el pasado: como un testigo silencioso de todo lo ocurrido. La encontramos en un afiche en una estación de subte, en una caja de fósforos o desde la ventanilla de un avión llegando a Santiago.
Ese muro que contiene a la ciudad, contiene también cada historia dolorosa que aún no se ha terminado de cerrar. Es por eso que Guzmán con su cine, sigue formando parte de la construcción de una memoria activa, de volver sobre el pasado para transitar este aprendizaje y lo hace con la sutileza de un maestro, poniendo su cine a disposición del mensaje, sus imágenes al servicio de lo que invitar a pensar… y una vez más logra maravillarnos.
LA CORDILLERA DE LOS SUEÑOS
de Patricio Guzmán
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