
Por Marcelo Cafferata

LA VOLUNTARIA
de Nely Reguera
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Una de las particularidades de la selección de este año de ESPANORAMAS es la gran cantidad de mujeres detrás de la cámara en cada uno de los trabajos. En ese caso esa mirada femenina de Nely Reguera en “LA VOLUNTARIA” hacer crecer, además, la figura de una heroína protagónica absoluta en la piel de la brillante Carmen Machi.
Con esa mirada feminista la película atraviesa muy delicadamente varias temáticas que se convocan en la figura protagónica de esta voluntaria que se pone a disposición de trabajo para una ONG dentro de un campo de refugiados en Grecia. Se entremezclan la maternidad, el ser abuela, un nuevo comienzo, la sensación de sentirse útil, dónde ubicar todo ese caudal de amor que no se sabe dónde volcar, los hijos que han volado del nido, los deseos que aparecen en a los sesenta y tantos, y todos ellos se van dando cita en un trabajo que se despoja de cualquier golpe bajo, de cualquier pirotecnia argumental para ir a fondo en esa criatura vulnerable, valiente pero desorientada a la que Carmen Machi le presta su composición perfecta y emocional.
En ese campo de refugiados Marisa, una médica jubilada va a trabajar por y para los niños. Se choca con la juventud impulsiva de algunos miembros de la ONG que parecen no entenderla, imponiendo reglas que parecen ir en contra de su sentido común. Ella tiene un don de servicio y no quiere vincularse demasiado con algunos talleres para las mujeres que se brindan dentro de la Organización: su corazón se ha volcado de lleno en Ahmed, un niño que la ha conquistado junto a su perro, al que apenas lo ve trata literalmente de curarle sus heridas.
Frente al frío registro de algunos miembros de la organización, ella parece querer imponer su propia ley, brindar ayuda tal como ella lo concibe y dejarse llevar por la pulsión imperativa de poder adoptar a ese niño y “salvarlo”. Aparecen el vacío existencial, el desconcierto, la imprecisión de los límites, la vocación de servicio, la disposición hacia el otro, el egoísmo personal.
Mientras que Reguera podría haber construido el típico relato en un paraje exótico sobre las buenas acciones y el asistencialismo, elige sin embargo una protagonista contradictoria, solitaria, con alguna depresión a cuestas que pretende sublimar en esas nuevas tierras y con algunos límites éticos lo suficientemente imprecisos para incomodar al espectador.
Por otro lado, Machi está formidable y se disfruta en cada escena. Llena la pantalla y la admiramos por brindar una vez más una criatura tan vulnerable como querible, abordada desde un punto de vista que despierta tanto el interés como la polémica.