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Por Rolando Gallego

Weekend, de Agustín Rolandelli, una sátira sobre vínculos y la vida marital, tiene como protagonista a Jazmín Stuart, quien brilla como una mujer, que si bien intentará salvar su pareja, tal vez se dé cuenta que está a tiempo de cambiar. Hablamos en exclusiva con ella para saber detalles de la propuesta y su trabajo.

-En el último tiempo para el cine te llaman para hacer cosas que tienen que ver con algo más lúdico, físico ¿es algo que estás buscando vos cuando te toca estar frente a cámara y decir, bueno, voy porque ahí está esto?

-En realidad no, no siento que haya buscado participar en películas en donde tengo que tener ese nivel de destreza física o de manejo de armas de fogueo o de coreografía de violencia. Nunca lo busqué, sí me tocó y suele pasar en nuestra industria que cuando te ven haciendo algo y más o menos lo vas logrando, te llaman para hacer cosas similares y me siento cómoda. Ese desafío de poner el cuerpo me estimula muchísimo. En este caso la novedad y lo maravilloso y que agradezco tanto es que se haya combinado esto con la comedia negra. Que hay algo que ya no es una película de acción, no es un thriller, no es dramático, sino que hay un componente de comedia y encima una comedia como corrida de ejes, a mí.

-Es como La guerra de los Rose, esta cosa exagerada, hacia afuera…

-Sí, me encanta, me gusta mucho esta idea del drama psicológico y emocional pero visto desde una perspectiva que lo vuelve comedia. Esa combinación me parece fascinante y creo que en este caso además pega como un vuelo, digamos, hacia un escalón más que tiene que ver con algo absurdo, por momentos con un verosímil muy particular, esta especie de cacería en el medio de la selva en donde él cree estar protegiéndola pero ella se siente perseguida y al final terminan entablando una especie de batalla física estratégica en el medio de la naturaleza. Me parece como fascinante esa idea.

-¿Cómo fue la conexión con Rafael Spregelburd para que justamente todo eso explotara en la pantalla y en las escenas?

-Todo el tema de las peleas y de la violencia física tuvimos que ensayarla un montón, ensayos bastante exhaustivos y después encontrar el tono fue bastante fácil, creo que porque Agustín, el director, tenía muy en claro cuál era y nosotros pudimos sumarnos rápidamente a ese lenguaje. Encontramos como eso, como el lenguaje de la película entre los tres.

 -¿Y Nunca pensaron esto nos estamos yendo?

-Sabíamos que había un riesgo, sobre todo porque estamos contando la historia de una pareja que tiene un vínculo tóxico, que está colapsando, en donde deberían distanciarse y no se pueden separar y entonces las cosas empiezan a ponerse realmente densas, oscuras, hirientes. Sabíamos que, al estar hablando sobre eso, había un riesgo que es que el espectador se sienta demasiado abrumado o violentado, pero ahí entra el humor.

-Ya en la primera pelea uno ya entiende…

-Entiende, es demasiado, sería muy denso porque, esta toxicidad y este nivel de violencia podría ser incomodante o escandaloso y, sin embargo, el humor hace que todo se encuadre desde otro lugar y también creo que el personaje femenino sea tan poderoso, casi como una especie de fuerza sobrenatural, hace que se emparejen las energías y uno sienta que es una batalla cuerpo a cuerpo.

-Habían estudiado juntos con Agustín y ahora te llamó para el proyecto. ¿Cómo fue ese reencuentro?

-Y para mí siempre es un placer porque creo que es la tercera vez que un excompañero de la carrera de dirección me llama para protagonizar su peli, porque con Gabriel Medina hicimos Los Paranoicos, con Nicolás Goldbart hicimos Fase 7 y ahora con Agustín hacemos Weekend. No sé si no se me está escapando alguna otra situación con algún otro excompañero en sus pelis, pero para mí es maravilloso el reencuentro. Pertenecemos a generaciones similares y tuvimos una formación con referencias similares.

-Bueno, de hecho las tres películas que hablamos son “hermanas”, digamos, están atravesadas por el género…

-Mis compañeros varones soñaban con hacer películas que mezclan géneros, que a la vez son el resultado de todo el cine que yo vi que ellos consumían y se apropiaban, que me elijan a mí para encarnar a sus personajes femeninos, es un golazo, está buenísimo.

-Ahora se estrena esta película, es una situación complicadísima, ¿tenes algún otro proyecto por estrenar?

-Sí, es un momento loco, es un momento muy extraño, tengo varios guiones que están tratando de encontrar su espacio de financiación y producción. Pensando no solo ya en un mercado argentino, sino buscando patas de producción fuera del país. Y viendo también cómo se mueve este entorno, pero siempre generando, siempre pensando en proyectos nuevos, escribiendo a muy buen ritmo. Y esperando. Esperando. La verdad es que es un momento bastante complicado. Pero sí creo mucho en el talento de toda la gente que trabaja en nuestra industria. Y en el público, que yo creo que tiene muchísimas ganas de seguir viendo ficción argentina. Pasa en todos los niveles. Estrenamos hace poco La Voz Ausente en Disney+, y la respuesta del público fue enorme, masiva, súper positiva. Siento como que el público argentino quiere ver productos nacionales. Necesitamos que el contexto colabore. Va más allá de las políticas de fomento que deberían siempre mantenerse vivas. Tiene que ver con todo un desbalance general que hay en este momento. En donde da mucho temor apostar a un producto cinematográfico. Porque también, bueno, el consumo en líneas generales va bajando. Entonces, bueno, hay que ver cómo se termina de acomodar todo.

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