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Por Rolando Gallego

Empieza con D. Siete letras, es la nueva obra dirigida por Juan José Campanella, escrita por él junto a Cecilia Monti, protagonizada por Eduardo Blanco, Fernanda Metilli, Gastón Cocchiarale y Maru Zapata, y que se ve en El Politeama (CABA). Hablamos con Metilli y Blanco para saber detalles de la propuesta.

-Cuéntenme un poco cómo está la previa, la conexión entre ustedes. Ustedes vienen de trabajar con equipos durante mucho tiempo y hay que conectarse y empezar a trabajar acá…

-Fernanda Metilli: Sí, bueno, la verdad que pegamos onda enseguida. Después nos vio el director y dijo, la verdad que tienen una química tremenda. Ocurrió eso y eso es buenísimo, la verdad, cuando pasa. Porque a veces podés pensar en un elenco, te puede gustar cada actor y actriz, pero cuando los juntás no sucede. Y bueno, ahora estamos en ese proceso de ensayo, quizás no con la escenografía que necesitamos. Ponemos todo lo que tenemos. Y ya nos reímos con Edu, porque cuando sumás cosas, por ahí te perdés. O decís, para esto tengo que volver a empezar. Pero bueno, la verdad que súper bien.

-Eduardo Blanco: Uno ya tiene una edad, quiero decir, y como vos decís, distintos equipos, distintas formas de trabajo, acá, en otro sitio, y la verdad que cuando encontrás el placer de tu trabajo, ¿no? Porque no es que nos divertimos solamente porque, no sé, ella es una persona divertida, yo también, Juan también. No, nos divertimos trabajando porque nos gusta hacer lo que nos gusta hacer y estamos en eso, no hay otra cosa. Estamos apasionados para contar esta historia, para vivir esta aventura, que es diferente a otras. Son trabajos que te generan y no es uno más uno dos en esto. Uno más uno, vamos a averiguar cuánto es. Y estamos averiguando cuánto es, y después nos puede dar dos o vas a saber qué. Y ahí estamos, en ese proceso, pero gozoso, la verdad, gozoso. Y como decía Fernanda recién, te encontras con una persona que, yo no la conocía y ella a mí tampoco. Nunca habíamos trabajado juntos. Y siempre un otro es un misterio a descubrir, y recién nos íbamos conociendo igual. Yo no sé si a ella le gusta el fútbol todavía o no. A mí me gustan mucho las metáforas futbolísticas porque a mí me apasiona el fútbol. Y como esto es un juego también, qué sé yo, cuando te encuentras con algún compañero o compañera que podés tirar rabona, taquitos, que disfrutás con el juego.

-Vos venís de hacer algo, más allá de lo que haces con Las chicas de la Culpa y tus unipersonales y demás, venís de hacer algo muy explosivo. Y vos venís de una composición de un personaje que, la verdad, uno te veía en el escenario y, o sea, te desconocíamos, digo, en el cuerpo. ¿Cómo es ahora volver a entrar en otro personaje y en otra aventura?

-FM: El cambio de registro a mí me fascina, es una de las cosas que más me gusta de la profesión. Estar haciendo un Matilda con una peluca de 6 kilos y alta para arriba y todo grande y el ojo así maquillado con 7 colores, a colgarme una lámpara vestida de oficinista. Y acá descubrir un lado más tierno, más realista. Entonces ir como por toda esa marea me encanta, es lo que más me gusta de la profesión, no ser siempre la misma.  Me encanta, salir de una misma un rato, pero sí, ¿dónde firmo?

-EB: Sí, se trata un poco de eso nuestro oficio, cada personaje es un mundo nuevo a descubrir, una aventura nueva a disfrutar. Y, claro, como dice ella, a mí cuando digo, bueno, tengo que hacer una composición, que tampoco es como hacerla en cine. Ahora en cine. Es otra cosa. Y tengo mis miedos, por más que hicimos con Beto, no sé, 200.000 funciones de Parque Lezama, yo hice una composición teatral. ¿Viste? Es otra aventura nueva a pesar, de conocer el material. El teatro es un plano general, si querés decir. Yo tengo que utilizar muchos elementos para convencerte a vos que estás ahí, que más allá de todo lo que le pasa al personaje, además es un anciano, ¿no? El cine ya en principio me van a maquillar de 85. Por más que ahora cada vez estoy más cerca, porque yo empecé con 55 con Parque Lezama. Pero, bueno, todavía estoy lejos, todavía estoy lejos de 85. Entonces, me van a maquillar. Ya en principio ahí tengo un elemento. En el cine hay más primeros planos o medios planos, donde ya con el maquillaje ya soy un viejo. Es otra cosa. Pero, y además que, si queda bien, por una sola vez que quede bien, ya está. Queda bien para siempre. En el teatro yo cada noche tenía que hacer ese viejo. Es un desafío fantástico, pero también es un riesgo, y entonces esto, es una nueva aventura, es un personaje más cercano. Es un personaje que tiene mi edad, recién jubilado, viviendo un duelo porque su mujer de toda la vida acaba de fallecer hace seis meses. Y de repente, bueno, conoce a una mujer mucho más joven, también de una relación no de tanto tiempo, pero para la edad que tiene, sí, de un tiempo y también de un fracaso, si crees, amoroso. Y se encuentran, ¿no? Lo inesperado que sucede en la vida y que de repente, te interpela cuando sucede. Siempre uno piensa que la vida, muchas veces, si te va más o menos bien o está más o menos todo acomodado, bueno, ya está, todo acomodado, la vida se mueve y te lastima y te hace gozar y te hace aprender y te hace vibrar. Y no sabes lo que viene, nunca, nunca. Y esto, por otro lado, es lo fantástico, pero muchas veces uno tiene la pretensión de, che, espera, está todo bastante bien, que se quede quietito ahí. No, no se queda quietito, y creo que la obra tiene un poco de eso.

-FM: Sí, sí, no hay quietud. Y eso es fantástico. Como que no, esto que dice Edu, por ahí, bueno, ya tengo esto, me puedo quedar así, tranquila. No, no, no sucede eso. Y acá a estos personajes les pasa lo mismo. Si bien no estaban buscando nada, se encuentran.

-Y está la pluma de Juan José, y se suma Cecilia, en esta historia, pero con esa cosa épica, que termina siendo del amor que él cuenta, ellos cuentan.

-EB: Yo, mirá, a lo mejor me reitero lo que digo porque no tengo otra forma de contarlo, me parece a mí, uno te dice, viste, una familia, dos familias que se odian y sus hijos se enamoran. Puede ser una novela espantosa o Romeo y Julieta, yo creo que esto también, lo que recién yo te contaba del señor viudo, de la chica recién separada y qué sé yo. Pero esto es con el sello Campanella y lo tiene, lo tiene. ¿Qué significa esto para la gente que le gustan sus historias? Bueno, sabe que seguramente se va a reír porque el humor es parte fundamental de la cinematografía, pero también del teatro que ya lleva un recorrido de él, de sus historias, sabe que la emoción está en juego y está en juego, sabe que la invitación a reflexionar sobre la propia existencia y sobre las cosas que nos pasan desde lo cotidiano, porque él cuenta historias desde los cotidianos, de la gente más cercana, más común,e stá, yo creo que está el sello Campanella en esta historia, sí, no sé si opinas lo mismo.

-FM: Sí, sobre todo con el humor, el humor metido en un momento sensible, en un momento de dolor y que es lo más real que te sucede también, porque en el mejor de los casos está bueno como pasar de, cuando puedes tomar distancia y reírte de lo que te pasa. Pero sí, yo me acuerdo que ni bien la terminé de leer, como que le mandé un audio diciendo eso, me fascina que está tan claro el humor, pero atravesando la crueldad de lo que está sucediendo y eso me encanta.

-EB: Sí, además a mí me parecen también sus obras, yo recién lo comentaba, tiene además como un hilo conductor, siempre que es el mensaje positivo ante la vida, suceda lo que te esté sucediendo. Y creo que están todas sus obras, yo ponía el ejemplo recién de Luna de Avellaneda, que después de todo, de cerrar el club, de todo lo que le pasa, el hijo se va, pero termina con una pregunta, cómo se arma un club nuevo, El hijo de la novia, otro tanto, bueno, Parque Lezama mismo, estos dos viejos ahí, sin embargo la obra parece que va a terminar con la realidad los puso en su lugar, y no, siempre hay espacio para el sueño, y en este caso, bueno, sobre todo en mi personaje, yo hablo del mío, en el de ella también, bueno, ya está, estuvo 40 años casado, tengo 65 años, recién jubilado, me jubilé, el trabajo terminó, me quedé viudo con mi mujer de toda la vida, ya está, bueno, no siempre está, siempre hay más.

-¿Qué significa para ustedes trabajar en El Politeama?

-FM: Es una belleza, yo la conocí cuando vine a ver Parque Lezama, y es impecable, es hermoso, y aparte que tiene esa historia y como, no sé, es como muy familiar, viste, están todo.

-EB: Acá, no sé si nos estamos encontrando, los fantasmas de Alfredo Alcón, de Discépolo, de Tita Merello, de Pablo Palito, y tantos otros que han debutado acá en este teatro que ni yo conocí, más que nada, ya ni hablar, que se tiró abajo creo que en 1958, pero bueno, esto es nuevo y flamante, pero lleva el nombre y ocupa el lugar de aquel, que acá el día todavía de la inauguración, recuerdo que yo estaba y estaba sentada Mirtha, entre otros, que claro, es como la historia viviente de todos los que estábamos acá y ella desde acá, desde la platea, tiraba data. Acá debutó Alcón. Siempre con esa memoria impecable, ojalá llegáramos así todos.

-¿Expectativas? ¿con qué les gustaría que se conecte la gente?

-FM: La gente la va a pasar genial. Para mí eso yo no tengo dudas. Y se va a divertir, se va a emocionar. Y sobre todo lo que decía Edu, de las obras y el sello de Juan, siempre es esperanzador, siempre queda con un mensaje de esperanza. Y bueno, y eso, acompañado de emoción y risas, para mí es una ecuación perfecta.

-EB Yo creo que a lo mejor y deseo que suceda como sucedía en Parque Lezama. Y creo que puede suceder en las temáticas otras, nada que ver. Pero lo que digo es que me da la sensación que son esas obras que no terminan cuando baja el telón, sino que la gente se las lleva cuando va saliendo porque algo le quedó o tiene necesidad de compartir o le tocó alguna fibra que invita a tocar al otro, lo que decía yo antes, a la existencia del otro, que no somos solos. Somos porque existe otro.

-FM: Sí, en conjunto.

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