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Por Marcelo Cafferata

Sin seguir estrictamente la fórmula de películas basadas en hechos reales, “EL GERENTE” sabe mezclar dosis de comedia, toques de drama, dentro de una historia con centro en un antihéroe que calza a la perfección con los protagonistas del cine de Ariel Winograd.

En este caso el protagonista es Álvaro (otro gran trabajo de Leonardo Sbaraglia), alter ego de Marcelo Romeo, el director de marketing y comunicación que en 2017 creó una famosísima promoción que hizo que la firma Noblex vendiese en muy poco tiempo el cuádruple de los televisores que vendían en todo un año y que el Grupo Newsan alcanzara rápidamente una venta de un millón de unidades. “Si Argentina no se clasifica te quedás con la tele y te devolvemos el dinero” rezaba el slogan de una campaña sumamente arriesgada por esos tiempos (en los que el equipo de Jorge Sampaoli impensadamente podría llegar a quedar  afuera del Mundial) y con la que estallaron las redes sociales llegando a ser trending topic, inundando de memes  y miles de comentarios en la cuenta de Twitter y ocupando un lugar preponderante en los medios.

Si bien el final de la historia es conocido porque sabemos los resultados de aquellos partidos de antemano, Winograd se las ingenia para contarla de manera de mantenernos atrapados y atentos a lo que sucede en la vida de Álvaro, un cuarentón atravesando una crisis estructural –no sólo en el terreno laboral sino mucho más profundamente en lo personal-, que se juega en esta idea, el todo por el todo.

Cuanto más arriesgada parece la idea porque el equipo argentino está cada vez más al borde de no poder obtener la clasificación, Álvaro más se aferra a ella tomando inclusive otros riesgos mayores cuando decide no contratar un seguro que pueda sostener el equilibrio financiero de la empresa en el caso en que pasara lo peor.

La anécdota de “EL GERENTE” no es más que una muy buena excusa para que Ariel Winograd se posicione con este estreno simultáneo en cines y en Paramount+ en el cine de plataformas con un producto sólido aun cuando sus personajes responden aferradamente a los estereotipos más básicos.

Pero el cine de Winograd va por otro carril y justamente se sirve de estos personajes con los que el espectador pueda identificarse fácilmente: jugando a buenos y malos con un jefe que en el fondo lo apoya (Luis Luque) en rivalidad con una gerente que cumple con la típica figura de la villana de turno que boicotea la idea (Carla Peterson), una ex amorosa que quiere ayudar a que Álvaro pueda sostener el vínculo con su hijo (Cecilia Dopazo) y compañeros de oficina adorables con los que uno quisiera compartir su vida laboral (simpáticos secundarios a cargo de Mónica Raiola en una composición disparatadamente adorable, Ignacio Saralegui y Marina Bellati).

Al excelente elenco y una buena idea que el guion desarrolla de una manera fresca y muy argenta, lo más interesante de “EL GERENTE” es que lleva el sello indiscutible del cine de Winograd que cada vez más se aferra a su particular estilo y sus marcas de autor.

Luego de “El robo del siglo” y “Hoy se arregla el mundo” (donde Winograd había abandonado la fórmula de la comedia más clásica como “Permitidos” “Sin hijos” o “Mi primera boda”) en este nuevo trabajo, Winograd vuelve sobre la figura de un personaje protagónico gris, quebrado, desesperanzado  que busca una redención para darle otro sentido a su vida a través de este nuevo proyecto en donde apuesta todas sus fichas.

Vuelve además sobre el vínculo padre-hijo que tan buen resultado le había dado en su trabajo anterior, y aun descripto con algunas convenciones y lugares comunes, esta relación se convierte en una de las subtramas más fuertes y más logradas de la historia. Sbaraglia encuentra la tonalidad precisa para cada uno de los momentos que atraviesa su personaje en relación con este lazo, logrando una excelente química con Valentín Wein, su hijo en la ficción, (a quien vimos recientemente en “30 Noches con mi ex”) quien lo acompañará quedando a cargo de las redes sociales del proyecto lo que genera momentos de suma complicidad con otros de fuerte tensión y presión hasta explotar en una escena bisagra que modificará profundamente la estructura de ese vínculo.

Atravesada inexorablemente por un espíritu futbolero que la hace particular, esta nueva comedia de Winograd (aún con algunas licencias del guion que habrá que aceptar para poder disfrutarla) se instala en un  esquema narrativo clásico y conservador –sobre todo en el mundo de la publicidad podría haber jugado con otros elementos más creativos a la hora de mostrar algunas de las situaciones, donde sólo apela a un pequeño momento de animación- y se convierte en un producto noble, que cumple con la función de entretener sin dejar de lado algunos tópicos que dialogan con la filmografía anterior del director y que enriquecen y potencian esta anécdota que habla sobre jugarse, tomar revancha y sobre segundas oportunidades.

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