
Por Rolando Gallego

No sé si fue en mi cumpleaños número ocho, o en el de nueve, que varios compañeros y compañeras de mi clase vinieron a celebrar a casa. Vivíamos en una construcción tipo chorizo refaccionada, que estaba bastante bien cuidada para esa época (luego con los años se desmejoró). Recibir a mis amigos de ese entonces era una fiesta por sí sola, pero había algo que siempre incomodaba, el encuentro del universo familiar, personal, con el mundo de la escuela.
Éramos una familia numerosa, padres, hermanos, gatos y perra, y las particularidades de la vida de uno se desnudaban ante la llegada de esos extraños a ese mundo que conocerían, por ejemplo, la particularidad de mi hermana, hipoacusica de nacimiento. Si bien mis padres se esforzaron por lograr para ella la mejor educación y dotarla de herramientas para su encuentro con el mundo, un detalle siempre resaltaba, su forma de hablar.
En ese cumpleaños comprendí ante la pregunta sobre de dónde era mi hermana “¿es extranjera?”, “¿es brasilera?” algo que atraviesa “Decile que soy francesa” de y con Gabriela Bianco, en donde repasa momentos de su vida, que no por ser claves, sí sirven para trasladar la experiencia del universo de convivir con padres hipoacúsicos y salir al mundo para acompañarlos.
En un escenario montado sobre el piso, con el detalle de la música y los sonidos de su infancia, Bianco despliega su talento y carisma transformándose por momentos en una niña de cinco años tratando de entender la complejidad del mundo en el que vivía, el que, por momentos, era invadido por aquellos que tal vez no comprendían el esfuerzo que ella hacía para tratar de complacer a todos.
Bianco juega en el escenario acompañada por Daniela Fortunato Lynch que traduce al lenguaje de señas partes claves del recorrido por su infancia, un momento al que, como reza la frase que dice el flyer de la obra, es el único en el que verdaderamente miramos por primera vez al mundo.
Retazos del relato de ese primer ver el mundo, entender la familia y la dinámica con la que recorrerán sus días, aprender y aprehender nociones claves sobre oír, escuchar, silencio, que determinarán su presente y futuro.
Bianco logra transmitir con pasión su universo, sabiendo que en la complicidad con muchos otros forjará un legado basado en su infancia, en ese conocer por primera vez a su madre, a su padre, a su hermano, y en el juego como manera de salir a la vida, en un mundo hostil para todos, pero que desde la amorosidad y abrazo a los demás, terminó por configurar un espacio más amable para todos.
“Decile que soy francesa” repasa momentos claves de la vida de Bianco, y en su devenir, termina por hablar de todos aquellos y aquellas que hemos sido parte de un hogar con personas con alguna diferencia la que se disipa cuando justamente el humor y la inteligencia funden en una respuesta sobre el extrañamiento “¿de dónde es tu mamá?” una manera de encarar la vida.
“Decile que soy francesa”
Viernes 20 hs
Área 623 (Pasco 623, CABA)
Entradas: $2500