
Por Luis Kramer

De la Competencia Internacional y basada en la novela homónima de Martín Kohan se pudo ver Bahía Blanca, una apuesta de Rodrigo Caprotti en el que Guillermo Pfening accede a la localidad que da título al film a los fines de desarrollar un estudio sobre Ezequiel Martínez Estrada.
Lo interesante de esta propuesta es el fuera de campo en esta primera parte, en la que queda por recorrer los recovecos internos de este personaje central y de quienes lo rodean, donde la escisión de comportamientos diurnos y nocturnos es notable, todo ello tamizado por un manto de religiosidad persecutoria que impactará en la conducta posterior de Mario (Pfening).
La segunda parte ofrece un cambio total de tonalidad y hasta de género, con la incorporación de Elisa Carricajo, siempre interesante en sus búsquedas actorales, en el rol de la ex mujer quien detona el conflicto de la historia. Bahía Blanca se constituye en una propuesta con ajustados climas, cambios radicales de escenarios y de géneros y muy buenas actuaciones.
A continuación, y de Competencia Argentina se pudieron ver todos estos films:
Palestra, de Juan Pablo Basovih Marinaro y Sofía Jallinsky. surge como una comedia irreverente, divertida, provocadora y cuestionadora del rol de la mujer en las relaciones de poder y hasta en los roles que solían ocupar en los personajes que los directores de cine solían confiarles hasta ahora.
Tres frescas protagonistas se permiten ridiculizar a su objeto masculino de deseo, enredándolo en una dialéctica de la que no parece tener escapatoria, situación que permite de paso echar luz a temas todavía hoy estereotipados tales como la sexualidad femenina, el orgasmo, la prostitución, el comportamiento social que se espera de la mujer y todo ello en clave humorística.
Con un guión muy agudo, el voyeurismo varonil ha sido desplazado estratégicamente por estas tres adorables provocadoras que ofrecen un más que interesante cambio de paradigma.
Cuando La Primavera Se Escapa, Se Libera del Sueño de Eugenia Alonso y Josefina Pieres, marca el abordaje vincular que Eugenia Alonso reconstruye a través de este documental con su hijo Ulises quien padece del Síndrome X Frágil y que motiva un enfoque no sólo de los logros que este adolescente comienza a experimentar en la época actual del film (el documental contiene numerosos flashbacks de Ulises bebé y niño y de cómo el vínculo materno-filial se ha ido consolidando de esta especial manera amorosa y potente) sino de la particular manera en la que Ulises necesita ir individuándose y separándose de esta relación que lo fue cobijando y sosteniendo.
La representación de Hamlet en el Teatro San Martín, que tiene al hijo de la directora como fuerte y necesario testigo de la muerte del personaje materno de la obra de Shakespeare para poder resucitar luego, ante los ojos del joven, como una nueva madre más separada de su hijo y desde un lugar más adulto, marca tal vez la simbología más fuerte de lo que se pretende construir con este registro.
Tomado su título de un extracto de un poema de Ulises Langer, esta liberación del sueño aludida representa una vertiginosa necesidad de crecimiento de este menor en un poderoso vínculo que no cesa de transformarse momento a momento.
Luciana Gentinetta propone con su documental Algo se Enciende, no sólo una revisión testimonial de los hechos que derivaron en la desaparición y posterior asesinato de Anahí Benitez de 16 años , alumna del ENAM de Banfield, en Junio de 2017, sino que además es el vehículo necesario para transitar el fin de la inocencia y poder analizar cómo este luctuoso hecho marcó para siempre las vidas de todos sus compañeros y amigos y allegados a la comunidad educativa toda.
El duelo en primera persona es el protagonista de este registro y los intentos de reclamo y reivindicación grupal de ese femicidio, impune hasta el momento, posibilitan una especie de redención y reivindicación del colectivo como transición sanadora de este pasaje hacia la adultez.
El Baldío es un cortometraje de Liliana Paolinelli que retrata con ojo crítico el universo felino de una locación desocupada en el barrio de Colegiales que será vendida próximamente.
La interacción entre animales y mujeres protectoras a cargo de brindar asistencia alimentaria y sanitaria está bellamente fotografiada, circunscribiendo la directora el accionar de unos y otras a tan sólo tres escenarios: La vereda, el patio de una vecina de una casa contigua y el baldío propiamente dicho.
A la manera de Jose Luis Guerin en su documental En Construcción, Paolinelli detenta el mérito de cautivar aún con los silencios y con el desarrollo seco de las situaciones más simples, en la cotidianeidad del intercambio de afectos y del sostén humano de las desprotecciones felinas.
Canal 54 de Lucas Larriera es la vía perfecta que le permite a este realizador continuar reflexionando sobre el alunizaje de 1969, tema expuesto en su anterior opus Alunizar co-dirigido con Pepa Astelarra.
En esta oportunidad el fim se enfoca en la figura de un operario de SEGBA de nombre Norberto Otero, radioaficionado que lograra según las crónicas de la época captar una transmisión directa y exclusiva de la NASA sobre aquél evento histórico, sin que la misma fuera transmitida para todo el público, y la circunstancia además de que ello fuera logrado tan sólo con un dispositivo casero que funcionara como antena.
Larriera se constituye en investigador privado buceando en los orígenes de este hecho y trasladándose al barrio de Otero, hablando con sus vecinos y conocidos, mezclando acertadamente el detrás de escena con la filmación, y logrando un ensamble de ficción y artificio perfecto mediante el cual la narración fluye acertadamente.
También es ajustado el guión, que sagazmente conecta al personaje del operario con el abuelo del realizador, de manera tal que se patentiza la motivación para poder seguir adelante con esta búsqueda.
Canal 54 es un armado impecable de una historia a la que la visión de Larriera le otorga un más que interesante valor agregado.
Como Mueren las Reinas de Lucas Turturro, marca la primera saludable incursión de este director en el largometraje. Como una variada mixtura de géneros, entre los que se destacan el thriller erótico, el suspenso y el coming of age, el film despliega una marcada variedad de recursos narrativos en torno a dos sobrinas de 14 y 17 años que viven con su tía (Umbra Colombo), aisladas de todo estímulo electrónico, y se enfrentan a la visita de un primo de las dos primeras quien, a la manera del personaje de Teorema, actuará como catalizador de conductas y emociones de las dos hermanas.
El universo de las apicultura envolverá todo este extraño entorno y a la manera de metáfora, marcará las distinciones entre los distintos roles que cada una de las abejas juega y su paralelismo con la realidad familiar.
Todas las actuaciones están ajustadas en este poderoso exponente del erotismo, venganza y pasiones reprimidas.
Copacabana Papers, documental de Fernando Portabales que surgiría como un último tributo a la figura de Sergio De Loof, figura esencial del movimiento under de los años 90, quien vegeta sus días en el Copacabana Palace junto a su compañero Cristian Dios, acompañado de su computadora y viendo videos de Madonna, Mercedes Sosa, Justin Timberlake y comentando sobre el monótono transcurrir de una existencia que supo tener momento más luminosos.
Esta decadente imagen de De Loof no parecería constituirse en el mejor homenaje a su figura, en el que se rememora más de lo que se logra accionar en el presente, limitándose nuestro protagonista a un desconsuelo permanente acerca de un pasado glorioso e irrepetible y de un hoy ominoso, gris y pasivo.
El film intercala fragmentos de videos, destacándose su paso por el programa de Susana Giménez, y la noche porteña en el Moroco y otros bares de los que De Loof supo ser figura esencial.
La cámara acompaña en silencio, atenta a cada detalla y edita tal vez los momentos más interesantes en los que se advierte una genuina emoción de este artista, preso de su soledad y angustia.
Tornquist de Mariano Paz explora la vida rural centrada en el vínculo de un hombre y una mujer, en el que el tiempo ha sido ambiguamente considerado, de manera tal de sembrar la duda acerca de si el final del film marca el inicio histórico de la relación o, tal vez, un nuevo comienzo de la misma.
El núcleo de este documental (?) de observación son las acciones cotidianas que cada uno de estos protagonistas desarrolla, todo ello mechado con almuerzos y cenas compartidos y una alusión al paso del tiempo jugado en el desgaste de la interacción diaria y algunos reproches más contenidos relativos a la ausencia o falta de contención masculina.
El campo y sus amaneceres y puestas envuelve a estos personajes, acompañando acompasadamente con su rutina diaria los vaivenes afectivos que exudan los mismos.
Finalmente, Tomás Lipgot resucita a su entrañable amigo Moacir para plasmar su homenaje póstumo en Moacir y Yo en el que se juega en dosis justas y equitativas tanto la ausencia y el vacío por la desaparición física de este personaje como las anécdotas que refieren a su impronta, espontaneidad y afecto.
El film revela la naturaleza redentora que el vínculo con Moacir representó para el director, apareciendo este último con una actitud despojada y honesta, desnudando sus propios fantasmas del pasado y asumiendo y agradeciendo la importancia transformadora de esta amistad.
Y a la vez que recordamos imágenes de films anteriores en los que brilló la figura de este cantante y poeta adoptado artísticamente por Lipgot, se pasa revista a la impronta y al recuerdo que Moacir dejó en sus semejantes, quienes van desgranando frente a cámara sus emociones y recuerdos.
Continuará…