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Por Marcelo Cafferata

Lucas Santa Ana, tanto en sus trabajos documentales como en los de ficción, apunta siempre a la visibilización de la temática LGBT (“Yo adolescente” “El puto inolvidable” “Ilse Fuskova”) y el estreno de su última película “LUCES AZULES” no es la excepción.

En este caso, como aspecto novedoso, apela a una historia sumamente coral enmarcada en el festejo del cumpleaños 70 del protagonista, Alejandro (una gran oportunidad para el lucimiento de Ernesto Larresse quien generalmente ha ocupado roles secundarios en el cine) junto con sus amigos más íntimos. A lo largo del festejo y a medida que los invitados vayan atravesando la velada, determinados conflictos irán saliendo a la luz y será la oportunidad que tiene el guion para poner el foco en aquellos que tienen que ver, mayoritariamente, con el mundo LGBT.

Por un lado se presentan Alejandro y su pareja que llevan muchos años juntos (uno de los puntos más entrañables del film es que es el último protagónico de Claudio Da Passano, a quien la película está dedicada y es una oportunidad de poder ver su trabajo póstumo) y para completar una mirada de los distintos momentos de la relación aparece la pareja de amigos más jóvenes que componen Fernando Dente y Nicolás Di Pace, casi iniciando una relación y están en su etapa de “luna de miel” (aun cuando hay algunos secretos que van a develarse), con una mirada más abierta de su sexualidad y las relaciones en general y una pareja gay más madura pero un poco más joven que los dueños de casa (Javier Rodriguez Cano y Hernán Morán). También está la pareja de amigos de toda la vida compuesta por Estela Garelli y Edgardo Moreyra y también se da cita en el cumpleaños un amigo entrañable que ha quedado viudo recientemente a cargo de Osmar Núñez. Finalmente, Karina Hernández y Natalia Morlacci irán a la reunión decididas a compartir una noticia que para muchos será esperable y para muchos otros provocará una sorpresa.

El elenco con el que cuenta Santa Ana para “LUCES AZULES” es de todas figuras destacadas y de gran trayectoria que esta historia coral les da la posibilidad de que cada uno pueda tener sus momentos particulares dentro del filme y lucirse con su personaje. Dentro del guion, los momentos que tienen cada uno de ellos a lo largo de la esta noche de festejos y confesiones, están muy bien equilibrados logrando que todos los personajes tengan la posibilidad de contar su historia y desarrollar su propio conflicto.

El guion de Gustavo Pecoraro abusa del uso de los estereotipos y de algunas situaciones demasiado previsibles que se podrían haber trabajado de otra forma para evitar caer en ciertos clichés, pero de todos modos gana en los momentos en que deja al desnudo a sus personajes con la fragilidad que trae cada uno de ellos a ese encuentro y su necesidad de desahogo y de búsqueda de contención en el grupo de amigos que se consolida como familia.  También acierta en la forma en que va dejando marcas dentro de los diálogos, sobre cómo han ido evolucionando los vínculos gays, la mirada social, la diversidad sexual y sus derechos.

El relato del ambiente gay a finales de los ’80 –y su gran diferencia con el aquí y ahora-, el castigo social, la discriminación, la falta de comprensión dentro del propio núcleo familiar, el ocultamiento, las vidas paralelas, la aparición del SIDA y los cambios de mirada a medida que ha ido transcurriendo el tiempo, está muy bien desarrollado y representado en cada una de las parejas. En este esquema coral se puede pasar con facilidad del recuerdo de momentos pasados a los temas que preocupan a la comunidad actualmente y a esta nueva mirada que se construye en sociedad sobre las relaciones humanas en general, y más particularmente sobre las parejas abiertas, los vínculos más tradicionales y conservadores, las infidelidades y los “permitidos”.

Lucas Santa Ana logra el equilibrio en este grupo de personajes y se luce dirigiendo un equipo de gran nivel, logrando un elenco homogéneo con muy buenos trabajos. Quizás destacamos a Da Passano justamente porque su trabajo viene cargado de la emotividad de volver a verlo en la pantalla, pero también logran momentos de gran lucimiento Estela Garelli, Edgardo Moreira, Ernesto Larresse aprovechando este Alejandro que le permite tener un rol protagónico en la pantalla grande,  Karina Hernández quien además de dotar de una gran fuerza a su personaje, logra uno de los momentos más particulares del filme cuando canta una canción muy dulce en medio de la reunión y Osmar Núñez vuelve a entregar un personaje al que le imprime humor y melancolía por partes iguales.

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