Por Marcelo Cafferata
“quizás la única forma de salirse de acá,
sea morirse”
Quienes recuerden el último trabajo de Eduardo Crespo titulado “Nosotros nunca moriremos” encontrarán algunos puntos de contacto con este nuevo trabajo de Schonfeld “JESUS LÓPEZ”, dos directores que plantean la narrativa del duelo, pero desde un lugar completamente diferente al tratamiento tradicional.
También en este caso, la figura de un joven piloto de carreras recientemente fallecido, que deja al pueblo y a su familia en un estado de completa conmoción, se va reconstruyendo a partir de las voces, los comentarios y los recuerdos de quienes compartiendo sus días
Junto con ese rompecabezas del dolor colectivo y en pleno reacomodamiento del esquema familiar, su primo Abel se instala en la casa familiar y en forma inconsciente primero y mucho más decidida después, irá ocupando el lugar de esa ausencia tan notable.
Schonfeld trabaja sutilmente ese proceso de mimetización que va in crescendo y lo tiñe todo, hasta que encuentra su punto máximo en una obsesión que despierta el Fiat 600 de carrera, hasta llegar a utilizarlo en la carrera homenaje que el pueblo propone en homenaje a Jesús.
Sumado a los muy buenos trabajos de Joaquín Spahn, Lucas Shell (actor “fetiche” en su filmografía) y las participaciones de Paula Ransenberg, Romina Pinto y Alfredo Zenobi, el guion de la escritora Selva Almada y el propio Schonfeld mezcla armoniosamente el rito de pasaje y el drama familiar instalado en la geografía pueblerina, hasta llegar a un tramo final completamente vibrante con ritmo de thriller eléctrico que da un excelente cierre a un film sobre las diversas formas de abordar el duelo.
JESÚS LÓPEZ
de Maximiliano Schonfeld
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